Sobre las coaliciones

    06 sep 2019 / 08:32 H.

    Se ha hablado poco estos meses de lo que sucede en los países de nuestro entorno, por no decir nada. Si nos fijamos en la UE, de los 28 estados, 20 de ellos están siendo gobernados por coaliciones. Deberíamos mirar hacia Europa y eso nos haría ver que las alianzas en forma de coaliciones es algo muy normal y común.

    Los países del mundo capitalista desarrollado en los que se han alcanzado los mayores niveles de bienestar, de igualdad, de calidad de vida son aquellos que han sido gobernados durante más tiempo por partidos socialdemócratas en los últimos 74 años. Y esto ha sucedido en los países del norte de Europa, donde estos partidos socialdemócratas han gobernado en coalición con partidos que estaban a su izquierda o comunistas. Ejemplos recientes podemos verlos en todos los países nórdicos.

    La causa de esta calidad de vida, de ese nivel de bienestar y esa igualdad ha sido el que las fuerzas democráticas y de las izquierdas pudieron llevar a cabo los cambios necesarios para que se produjeran. Y esa necesidad de ampliar y reforzar los cambios necesarios es lo que incentivó e incentiva aún hoy en día los gobiernos de coalición de izquierdas en estos países. No es menos cierto que si los comparamos con nuestro país, esos cambios necesarios se produjeron por la facilidad que daban unos sistemas democráticos más populares, más representativos, más justos y más abiertos que el nuestro.

    Quizás el mirar a esos sistemas democráticos nos dé la respuesta a la pregunta de por qué es tan difícil que en nuestro país se produzca una coalición de izquierdas. Si continuamos fijando nuestra mirada en los países de nuestro entorno, sorprenden las continuas referencias al modelo portugués como ejemplo del tipo de alianza entre partidos con posibilidad de poder gobernar en coalición.

    Se ignora un dato importante, muy importante, en Portugal sí hubo ruptura con el estado anterior y ello fue consecuencia de una revolución, la Revolución de los Claveles. En este país, a diferencia del nuestro, el Poder Ejecutivo no tiene la enorme influencia que tiene en nuestro país sobre el Poder Legislativo y Judicial. En este país sí se dan las condiciones para que el Parlamento pueda actuar e influenciar a la rama ejecutiva del Estado.

    Vivimos en uno de los pocos estados democráticos que jamás ha sido gobernado por una coalición. Es curioso que oficialmente se presume de que somos uno de los estados más descentralizados del mundo, supuestamente las competencias de este Estado habrían sido asumidas por las corporaciones locales y autonómicas donde hay coaliciones de partidos de todo tipo, pero no sucede así en el Estado central donde siempre ha sido monocolor.

    La realidad de nuestra limitada, vigilada e insuficiente democracia es que en ese nivel del Estado, el central, es donde la herencia del Estado anterior es mayor y donde el juego democrático tiene sus mayores limitaciones. El Estado central sigue siendo el punto clave, el centro desde donde se configuran y definen el resto de niveles y donde reside la autoridad final y definitoria de tal Estado.

    Y esa herencia del Estado anterior se puede ver por ejemplo en el carácter tan poco representativo de su ley electoral, en los aparatos de promoción y reproducción del poder como son el sistema judicial o el sistema de seguridad o en la nula policentralidad en las instituciones del Estado, en la falta de independencia del aparato judicial respecto al aparato político con ejemplos claros en los que se ha visto el apoyo sistemático al dominio de la vida política del país por parte de los principales poderes financieros y económicos.

    Lo que está ocurriendo en estas semanas definirá sin duda lo que pueda ocurrir en la próxima década, el PSOE debería anteponer los intereses del país a los intereses partidistas y darse cuenta del enorme coste que supondrá para las clases populares el que no se produzca la tan esperada coalición. La ausencia de las reformas profundas que se necesitan volverá a acentuar el desencanto y traerá el que se acentúe aún más el declive electoral que ha sufrido este partido como consecuencia de sus contantes giros hacia la derecha.