Sobre el dibujo

    21 ene 2023 / 16:00 H.
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    Dibujo y relieve conservan el misterio de esa impronta incomprensible y enigmática transmitida genéticamente que viene alumbrando nuestra mente desde tiempos muy remotos. Sí, el primer signo que dejamos sobre una superficie es una línea, un grafismo que testifica la anáfora de un pensamiento. Ambos medios, dibujo y relieve, sin hacer cábalas de veta arqueológica, forman parte de un mismo desvelamiento: apropiarnos de un lenguaje codificable sobre una superficie plana mediante la línea pura. Los egipcios dejaron huecorrelieves precisados de una luz rasada para desvelar esa forma que, por decirlo en voz de Vicente Aleixandre, es abrazada por la línea: pensamiento cuya pureza aún no ha sido intervenida por la emoción del color. Sin embargo, esa forma de pulsión no tarda en perder la sinceridad de su prístina fijación con la impureza didáctica que comienza a quebrar nuestro desarrollo natural: la supuesta primera o segunda enseñanza. Un profesor nos comienza a introducir en vericuetos que nos llevan al conocimiento del punto, la línea, el plano... y, enseguida, al más rutilante vanguardismo, de tal suerte que los niños españoles conocen antes el nombre de Tàpies que, por ejemplo, el de Velázquez. No sucede otro tanto con disciplinas como literatura y música.

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