Sobre distancias

    11 dic 2020 / 16:38 H.
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    Cada cierto tiempo la derecha y la derecha mediática nos regalan un falso debate o una polémica para provocar una serie de reacciones que más tarde puedan aprovechar políticamente. Es lo que está pasando una vez más con las banderas o con discursos como los de la señora Ayuso inaugurando un Belén. Me niego a creer que quien le escribe esos textos y ella misma hablen en serio, aunque empiezo a dudar si de verdad comprenden los conceptos que manejan de raza, cultura, civilización entre otros. Me niego a aceptar que exista un público al que dirigir este tipo de discursos excepto para cuatro progres a los que les es imposible resistirse y entran al trapo. Mientras tanto olvidamos la inauguración de un hospital que no está preparado para recibir pacientes y que no tiene quirófanos ni paredes ni otros muchos detalles para funcionar correctamente: el Isabel Zendal. Olvidamos preguntarnos cómo un hospital sin personal propio puede mejorar la sanidad. Un hospital que nos ha costado a todos cien millones de euros, el doble de lo presupuestado por las grandes constructoras contratadas. El escritor Benjamín Prado cuando escuchó a la señora Ayuso salir en defensa del manifiesto firmado por militares retirados no pudo definir mejor la situación al escribir: “Será que de condenar a morir a ancianos en las residencias a fusilar a 26 millones de hijos de puta no hay mucha distancia”.

    Da la impresión de que esta pandemia ha llegado a un país con una sociedad pueril que está noqueada con tanta mentira mezclada entre noticias reales, el caos ha invadido nuestras cabezas y ni siquiera nos damos cuenta. No podemos estar a merced de los disparates y memeces de algunos medios demenciales, de algunos políticos, de tanto odio interesado, de tanto fogonazo de segundos en Whatsapp, en Twitter. Cuando la credibilidad importa menos que un comino y lo que cuenta es la audiencia solamente o el número de clic en este nuevo negocio de la atención por segundos se pierde la facultad de entender, de atender y de reflexionar. Nos perdemos en ese universo efímero y masivo de contenidos e informaciones que no nos dejan pensar en ese tumulto. Y lo cierto es que ahora más que nunca vivimos momentos en los que deberíamos estar más lúcidos que nunca.

    Y mientras nos entretienen con estos fogonazos al más puro estilo de Trump seguimos viviendo en un país donde la pandemia nos ha golpeado duramente y nos ha dejado una de las mayores tasas de mortalidad en Europa hasta la fecha. Poco o nada se habla de que este hecho es consecuencia directa de la pobreza de nuestro estado del bienestar. No deja de tener su gracia que precisamente aquellos partidos de derechas liberales y ultraconservadores, responsables de la pobreza de recursos del estado de bienestar, sean los que acusan al Gobierno de coalición de izquierdas de esa elevada mortalidad. Es de un descaro y una hipocresía extremas. Da igual el indicador en el que nos fijemos, por ejemplo en sanidad, para ver esa escasa financiación. Somos el país de Europa Occidental en el que se tiene un gasto público sanitario como porcentaje del PIB (6%) más bajo. Tenemos el gasto público en euros per cápita más bajo entre estos países, excepto Grecia. Si miramos el número de médicos por cada cien mil habitantes es otro desastre, pero si miramos el número en enfermería se reduce a cincuenta y siete por cada cien mil habitantes.

    El subdesarrollo de nuestro estado de bienestar tiene unas causas políticas, consecuencia del poder que los representantes de las clases más pudientes del país, las fuerzas conservadoras, tienen y han tenido sobre las instituciones del Estado (desde las instituciones representativas, como las cámaras legislativas, hasta los aparatos del Estado, como el poder judicial), un dominio que ha sido constante durante el período democrático y es herencia de una transición incompleta. Por eso las medidas y el presupuesto que el gobierno de coalición ha sacado adelante son pasos muy importantes y necesarios ya que rompen definitivamente con las políticas de recortes y austeridad propuestas por los gobiernos anteriores, que han hecho tanto daño.

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