Sinceridad democrática

30 abr 2019 / 16:53 H.

Los resultados nunca dejarán de sorprendernos. Y llama especialmente la atención cómo cada vez las personas tratamos de no mostrar o no exponer públicamente ideas y pensamientos para quizás no ser una fuente de vulnerabilidad a la hora de definir nuestra propia ideología política. Todo el mundo opina curiosamente de una manera a la inversa de unos resultados que ahora ya son una realidad. Y No llegas muy bien a entender si se trata de una especie de vergüenza propia o ajena a la hora de depositar tu confianza en aquellos que sabes que ni van a cumplir con su palabra ni van a actuar coherentemente con la predicación de sus propios actos; o una falta de valentía para no tener que justificar a posteriori los errores que cometan en un futuro aquellos en los que confiaste. Tu pensamiento es tuyo, y a veces no eres ni responsable de ese pensamiento, y sin pretender que case con un beneplácito generalizado, no debería haber nadie que lo juzgase, ni nada que ocasionara algo que coartase esa libertad de expresión púbica. La misma libertad que te da el derecho a poder cambiarla cuando te plazca, al igual que cambian tus propias circunstancias sin que nadie tenga que exigirte explicaciones de ese cambio.