Sin piedad

    04 dic 2023 / 09:28 H.
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    Varios alumnos centran su atención en uno de sus compañeros. Lo tratan de forma degradante, lo humillan, le ejercen violencia psíquica, física, lo vejan; justo los actos que define el Código Penal. Los padres se quejan, intervienen Educación y la dirección del centro; pero, en demasiadas ocasiones, el niño indefenso queda malherido psicológicamente para siempre, esas demasiadas ocasiones en las que cada uno defiende sus propios intereses y los acosadores sufren un mínimo castigo, si lo reciben. El acoso escolar merece una reflexión principal, como me decía un pariente: “Donde no hay respeto tiene que haber miedo”; y el miedo, mi querido amigo lector, en mi humilde opinión, se encuentra en el castigo, no en el buenismo que es una forma sibilina de injusticia. Y ya que hoy, desgraciada y tristísimamente, humanamente hablando es muy difícil devolver a nuestros niños la conciencia que les han roto los diabólicos ingenieros sociales (hablo en general), la medida inmediata, insisto, es que los acosadores tengan miedo, y algunos mayores también. En las clases hay que enseñar Código Penal, un Código Penal que recoja para este tipo de delitos unas penas diez veces mayores que las actuales.

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