Sin más remedio

    11 oct 2019 / 09:04 H.

    Después de cinco meses de dimes y diretes como si estuvieran jugando en el patio de un colegio, algunos privilegiados, que en teoría deberían representar a todos por el simple hecho de que fueron elegidos para ello el pasado 28- A, han llegado a la funesta conclusión de que no les es posible ponerse de acuerdo para formar un gobierno y dedicarse a trabajar en aquello que de verdad importa a los ciudadanos, que desde luego no es ver cómo se despedazan entre ellos sin pararse a pensar para nada en los problemas de la sociedad. Por tanto no deberían de extrañarse de la desafección que cunde entre los de a pie, que bastante preocupados y ocupados se hayan acudiendo al trabajo, si es que lo tienen y en pagar impuestos para contribuir a la buena marcha de esta sociedad que todavía sigue funcionando a pesar de los políticos de turno, que de políticos tienen solo el título porque los hechos demuestran que son advenedizos paniaguados que están ahí para servirse de los demás y hacer ascos a cualquier acuerdo que se realice y que implique actuar con sentido común.

    Repasar la lista de líderes y adláteres que nos ofrece el panorama actual es algo decepcionante en grado sumo, se mire a la derecha, al centro, a la izquierda e incluso a la periferia. Para aquellos que luchamos y conseguimos vivir con esperanza la transición de la dictadura a un estado democrático, no nos resulta cómodo tener que hablar en términos tan peyorativos de toda la clase política, porque seguimos pensando que con nuestros votos elegimos de forma consciente a aquellos en los que queremos confiar la gestión de la cosa pública para que actúen en función y consonancia con nuestra ideología, sea esta la que fuere. Por ello, ver cómo desperdician el tiempo, el dinero y sobre todo las posibilidades de formar gobierno cuando ha sido posible encontrar mayorías, es desalentador en grado sumo y propicia un sentimiento cada vez más generalizado de desprecio hacia aquellos que todavía nos representan. Y la sensación general es que en este momento, en España no hay políticos que lleguen a dar la talla mínima para ser considerados capaces de ofrecer resultados mínimamente aceptables, que solo tenemos bufones malencarados y peor formados incapaces de pactar y llegar a un acuerdo mínimo, porque solo se dedican a pensar en sí mismos y en sus intereses de partido.

    Recuerdo una frase pronunciada por un político electo, a la sazón alto cargo de la Junta de Andalucía que escuché en una conversación “of the record”, frase que me dejó muy preocupado porque indicaba un desprecio total hacia los ciudadanos a los que dicho señor decía representar. La frase en cuestión era: “Yo no me ocupo de nada que no me dé votos, no levanto un papel si no sé que debajo de él hay un puñado de ellos”.... Y en esas estamos, por lo que se puede deducir que aquellos que nos han llevado a esta situación de repetición electoral han hecho sus cálculos y han debido vislumbrar un montón de votos favorables en unas nuevas elecciones generales.

    No es este el momento de dilucidar quién o quiénes han sido los culpables de haber llegado a este derroche innecesario de recursos, tiempos y gobernanza que deberían haberse utilizado para poner en marcha el país y atender a las urgentes tareas que esperan desde hace tiempo, faltan directrices y soluciones en muchas áreas que solo pueden ser atendidas por parte del gobierno, tales como la sanidad, el sistema de pensiones, las infraestructuras, la educación pública, el paro estructural, las consecuencias del Brexit, la falta de recursos y pobreza cada vez más lacerante en una parte cada vez mayor de la población, y un largo etcétera de problemas que requieren atención urgente y soluciones de futuro.

    Ha llegado el momento de actuar, y la única opción posible para los demócratas es ejercer el derecho al voto o abstenerse. En mi modesta opinión creo que no hay más remedio que volver a ir a votar, y con este acto dar ejemplo a los políticos y decirles una vez más que cumplan con su obligación, que es formar gobierno y legislar, y que en adelante, los ciudadanos esperamos algo mejor de ellos.