Sin frío ni calentura
Así está el patio, tibio. Ni frío ni caliente, templado, y esto no es nada bueno para una política de avance. Una política que muestre confianza, amplitud de miras, pujanza por abrir puertas nuevas donde el pueblo pueda acercarse a mirar nuevas perspectivas de trabajo e ilusión. Pelear por su pueblo, sus gentes, querer lo mejor para los débiles. Por los jóvenes y los mayores. Y así estamos, con esta pelea en sí misma y no atinamos. Miramos con atención todo lo que se cuece, lo que nos rodea, pero no vemos. ¿Nuestra vista está cansada?, ¿estamos un poco lelos y ya no discurrimos?. Pues va a ser que no. Me toco la cabeza y la tengo en su sitio. Me pellizco y me duele. Entonces no estoy dormida. No sueño, no..., no. Estoy vivita y coleando. ¿Entonces?, ¿porqué tú no puedes hacer nada mujer?, me contesto yo misma, ¿eres acaso ministra o presidenta? ¡Oh! Es verdad... Y me da una pena infinita. Pues así estamos, y es que servidora se devana los sesos... ¡nada! Los que mandan son los “mandamases” y servidora solo hace emborronar folios y escribir, escribir... y claro, así no se manda ni se arreglan las cosas, ni se hace una rica ni nada de nada. Bueno, esperemos que venga una lluvia de cerebritos flamantes y de un plumazo lo pongan todo fino.