Sin altura política

19 sep 2019 / 09:22 H.

El tiempo está muy revuelto y desconcertante. Después de la sequía del verano se ha precipitado el tiempo otoñal con las corrientes de una gran gota fría, ahora llamada Dana. Es el final de verano meteorológico que se aproxima a grandes zancadas. Se sabía que el otoño no iba a ser precisamente tranquilo debido al estrafalario y vociferante panorama político en el que estamos inmersos. Los ciudadanos expectantes de lo que se dicen unos y otros y mientras tanto aquí (angustiados ya), esperando el desenlace de un partido interminable que se juega entre un equipo de trescientos cincuenta jugadores que al parecer no caen en la cuenta de que los estamos observando y siguiendo millones de espectadores, los votantes, que hoy por hoy nada podemos hacer, salvo cabrearnos por momentos.

La impasibilidad y la disputa; el frotar de manos de unos y de otros no parece que sea lo más conveniente para este callejón formado en el hemiciclo bajo las ordenes férreas de los dirigentes de las organizaciones y poco más. Nadie habla de la libertad de voto de los diputados y diputadas. La tormenta política está servida y amenaza tornado. El día clave llegó y previo a la ronda de candidatos para la formación de Gobierno, los llamados líderes políticos nos han angustiado con propuestas de última hora mirando con el rabillo del ojo el inicio de la campaña electoral. Se han puesto el traje de “hombres de Estado” y han interpretado mal y tarde el papel. El anuncio está hecho: decreto de convocatoria de elecciones generales, a la vista de que no existen acuerdos que permitan gobernar al único partido que en este caso podía hacerlo (por cuestión de aritmética parlamentaria). Se han hartado de decir que el peor panorama era una nueva convocatoria. Lo han dicho los que saben, los que no saben, y desde luego los propios responsables de que la convocatoria haya llegado a término.

Guste o no, el retrato ya está hecho. La narración de los líderes justificando el “no apoyo para investidura”, ha resultado patético y no se entiende cómo es posible que se diga una cosa y la contraria, sobre todo sabiendo que lo escrito, dicho y filmado está. El cinismo se hace cada vez más patente y no nos merecemos esto. Decepción: “Es el pesar causado por un engaño, un sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo”. Sí, los españoles deseábamos que se formase un gobierno fuerte para afrontar retos que tienen que ver con nuestra estabilidad y calidad de vida.

El Banco Central Europeo vuelve a cobrar un protagonismo indeseable y los nubarrones que amenazan la economía están ahí. Mientras EE UU y China se pelean y nos perjudican; la poderosa Gran Bretaña sigue los pasos de Cataluña, ellos se quieren ir de Europa y los Catalanes de España. Alguien dirá que no es comparable, seguro, pero es igual. Se quieren ir ambos forzadamente, sin argumentos o con unos argumentos fundamentalmente mentirosos. Ambos engañaron a la población, ambos mintieron y ambos están poniendo en serio peligro la Unión Europea. Y aquí y ahora, cuando más falta hacía una política fina y ambiciosa, se nos ha castigado con la bronca, el desencuentro, las mentiras y las medias verdades. Ya hemos visto y oído lo suficiente para crearnos opinión propia sobre lo sucedido. Exigimos un pacto de silencio para que en paz y en conciencia sigamos defendiendo la democracia con nuestro voto. No más ruido.