Simbología en la iconografía histórica de la Virgen de la Cabeza

26 abr 2020 / 11:59 H.
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A todos los que desde el corazón, la melancolía, la distancia, el recuerdo y las lágrimas, hubieran gustado del olor de la jara de Sierra Morena.

Transcendiendo el momento inicial de esta advocación que se nos fecha el día 11 de agosto de 1227, nos encontramos en el primer cuarto del siglo XIII. Atrás quedó el románico que aún mantiene las conclusiones del Concilio de Éfeso celebrado en el año 431, donde se determina la Maternidad Divina de la Virgen María. El gótico bebe mucho del románico y este del bizantino. El románico establecía a la Madre de Dios como Kiriotisa o Nicopaya, o sea, la imagen que sirve de asiento a la divinidad, mientras el gótico la convertirá en Theotokos o Virgen Madre con el niño en el brazo izquierdo mientras el derecho permanecerá libre, observando la tendencia del sostenimiento de algún fruto.

Aunque el misterio y las modas textiles que se imponen a lo largo de la historia, sobre todo en el barroco, siempre se cubrió a la imagen auténtica de Nuestra Señora de la Cabeza con mandiles, tocas, mantos y velos. El historiador de Andújar del siglo XVII, Salcedo de Olid, que realiza una primera prospección táctil a través de las ropas de la imagen nos cita:

“... y se ve que con la mano derecha está dando la Virgen al Niño una frutica colorada que parece madroño y en la izquierda del Niño se descubre un mundo...”.

Muchos son los autores que han divergido sobre la verdadera fruta que sostiene la Virgen en su mano. La mayoría de los investigadores del tema apuestan por la manzana relacionada con los deseos materiales como Eva-manzana que equivale a mujer-pecado. Según Domínguez Cubero:

“... la manzana evoca el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del mal y ha quedado como el símbolo del deseo, del pecado. De la tentación y de la discordia, que se personificó en la madre Eva por donde entró el pecado y la maldad en la Humanidad. María es el remedio a todo esto, la antítesis, la nueva Eva por medio de la cual el género humano recupera la gracia y el favor divino...”.

Tras la destrucción o desaparición de la primitiva imagen en los hechos del asedio al Santuario durante la Guerra Civil Española (1936-1939), asunto aún no esclarecido, y la sustitución por la actual realizada por el imaginero granadino Navas Parejo, la primitiva frutica se sustituyó por un madroño por ser un fruto muy representativo de la flora de Sierra Morena que algunos autores, por su contenido en alcohol, lo citan como representante de la fiesta romera.

El escenario de estas representaciones iconográficas establecen siempre el lugar serrano, aislado y elevado como es el Monte del Cabezo, con un gran simbolismo como la ascensión del espíritu a las alturas, como punto de unión de lo terrenal con lo celeste. Situado siempre en la parte superior de estas representaciones aparece el templo-santuario, a veces exento en el lugar más alto del cerro y otras colocado en un lateral de la representación dando esta posición lugar a la representación de la romería con sus estandartes y pendones, romeros, músicos y chilindrinas, enfermos, casas de hermandad, tiendas de campaña, danzantes...

El paisaje se completará con la representación de un árbol, algunos muy floridos y otros esbozando tan solo las ramas. Es un símbolo natural y bucólico. Según Córcoles de la Vega:

“... de gran significado para muchísimas culturas, celta-encina, escandinavos-fresno, germanos-tilo, hindúes-higueras... Dioses y árboles aparecen unidos y asociados en todas la mitologías. El árbol representa la vida del cosmos, equivaliendo a la inmortalidad por su vida inagotable; el hombre muere y el árbol permanece en la tierra...”.

Este árbol será el sustento de otros tres elementos iconográficos propios de la representación de Nuestra Señora de la Cabeza. De una parte, la campana que aparece en la misma aparición del 11 de agosto de 1227, ya que el pastor de Colomera, acude a la oquedad de la cima, curioso del sonido ininterrumpido del toque de una campana.

Muy curiosa e interesante es la representación de dos pájaros muy distintos, ejemplos espirituales entre la tierra y el cielo. El búho o lechuza con los ojos abiertos, que puede simbolizar la noche y en algunos cuadros de ánimas representando la eternidad y otro pájaro de vivos colores, que representa la alegría, el día, la salvación, el canto y alabanza continua a la Madre de Dios. Quedan así representados jilgueros, petirrojos...

Queda ineludiblemente unido a la representación mariana el elemento co-protagonista de la aparición; el pastor de Colomera, Juan Alonso de Rivas Rodríguez que al igual que otros de su oficio aprovechaban los frescos pastos de Sierra Morena para nutrir a sus rebaños y ganados.

El pastor siempre de perfil y arrodillado nos muestra toda una iconografía indumentaria de las vestimentas propias de los pastores de los siglos XVI al XVIII. Calzón y jubón de paño pardo, sobresaliendo una almilla hasta las rodillas, zurrón de piel adherido a la espalda, polainas y calzado de piel curtida, cuchillo matancero adherido al cinturón, vara de pastor. En algunas representaciones, sobre todo en ilustraciones del siglo XVIII se le prende un vistoso rosario rústico con cuentas de recia madera. No aparece la tradicional montera de pastor como símbolo de respeto y la curiosidad del pastor de Colomera es que ya aparece curado de su manquera, ya que cruza las manos en señal de agradecimiento.

Tengo el orgullo y es un homenaje a todos mis antepasados y grandes devotos de mi pueblo, Villargordo, que siempre tuvieron la devoción a la Virgen de la Cabeza en su corazón, a pesar de no haber tenido cofradía propia hasta fechas recientes, pero haber venerado desde tiempo inmemorial, infinidad de cuadros, hornacinas e imágenes de La Morenita, de mostrar en este artículo una “medida” de seda morada que mi abuela materna Carmen Delgado Martos adquirió en la Coronación Canónica de la Reina de Sierra Morena, en el año 1909, que mi madre Rosa Delgado Delgado guardó como un tesoro y que me fue entregada. Tiene la medida de la antigua imagen de la Virgen, 65 centímetros y se guardaban como símbolo de protección de los hogares y familias.

La Virgen de la Cabeza

¡Quién como Ella!

Hizo gloria aquesta tierra

¡Quién como Ella!

Tiene la frente de perlas

¡Quién como Ella!

Y de oro fino las hebras

Parió, quedando doncella

¡Quién como Ella!

Sana cuantos van a vella

¡Quién como Ella!

Da salud a los que enferman

¡Quien como Ella!

Vista al ciego, al mudo lengua

¡Quién como Ella!

La Virgen de la Cabeza

¡Quién como Ella!

Lope de Vega Carpio

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