Silencio, se cuelan

    12 oct 2019 / 11:03 H.

    Indudablemente estamos viviendo los tiempos más difíciles que jamás haya visto la moderna civilización. No existe punto cardinal ni línea imaginaria del mapamundi al que le falte su poco de diatriba, su trocito de incorrección, o su caso histórico de desavenencia. Orquestados siempre por intereses mercantiles y en sus distintas variantes, todos los conflictos se conectan. Como con en el vuelo de las mariposas, nada parece más sospechoso que la corriente del aire, cuando empicado se baja. Perdido por fin el vértigo a la altura, la humanidad abandonó su innata forma de ser vivo, y cogió velocidad para saltar al vacío. Los corazones han vuelto a ser latidos, los cerebros a su conveniencia. Y ahora, de espaldas a donde nacimos, renunciamos deliberadamente a devolver cuanto recibimos. El infinito dejó de ser posible, la ceguera se hizo realidad y ahora soñamos con encontrar en otro espacio, el mismo mundo que aquí dejamos de buscar. cautiva y desarmada la conciencia de la razón, solo nos está permitido el miedo como último instinto. Miedo al vecino, al igual y al distinto. Miedo a la voz, al susurro y a la música.