Siete años después

17 may 2019 / 16:39 H.

Cuando hoy se cumplen 81 años, como es mi caso, hablar de siete años atrás no parece gran cosa. Conozco a Luis Cruz Jiménez desde hace más de 40 años, justo cuando empecé a tomarle afecto y admiración, porque ya se veía que Luis iba a cuajar en un gran artista de la pintura. Y así ha sido, porque Luis Cruz es hoy uno de los mejores pintores que tenemos en nuestra ciudad. Aquel chaval que comenzó de aprendiz de sastre con Molinos Mesa y que dedicó algún tiempo a trabajar en la construcción, dejó las tijeras de sastre y la paleta de albañil para coger otra paleta, las de los colores, a la que se aferró con todas las fuerza de su vocación inquebrantable. Empezó a pintar, y pintando sigue, aunque en sus obras se beben y disfrutan las esencias de un progreso que le define como un maestro. Luis Cruz no ha hecho, ni hace, otra cosa que pintar. Es su única pasión. De su talento y de sus pinceles han nacido innumerables pinturas al óleo y magistrales acuarelas, una difícil disciplina que él domina con maestría. Obras que él ha ido exponiendo en salas de Jaén, su provincia y otras muchas ciudades españolas. Precisamente cuando hablo de siete años después es porque ese es el tiempo que hace que Luis Cruz no ha expuesto sus obras en Jaén, la ciudad que lo vio nacer hace 70 años. Y lo hizo en la sala de la Caja de Ahorros de Granada. Ahora ha vuelto con una seleccionada colección compuesta por 34 acuarelas y 3 óleos que recogen la luz, los colores de las bellezas de nuestros campos y sierras, rincones naturales y urbanos y algunos retratos. Una muestra que se inauguró el pasado lunes, día 13, y podrá visitarse hasta el próximo día 27 en la sala de la Caja de Ahorros de Córdoba, en la avenida de Madrid.

Añoro a grandes pintores que fueron mis amigos, como Paco Cerezo, Juan Hidalgo, Fausto Olivares, Leonardo Ballesteros, Cortés Bailén y otros, de muchos de los cuales guardo un recuerdo colgado en la pared. Quedan otros importantes y van llegando nuevas generaciones que empujan con fuerza, como bien puede apreciarse en la última publicación de la Escuela de Arte José Nogué. El arte no muere. Lo que creo es que quedan abiertas menos salas de las que existían hace casi medio siglo. Ya ven, no puedo evitarlo, empiezo hablando de años y termino hablando de lo mismo. Será porque, gracias a Dios, ya estoy almacenando muchos. Y, a partir de hoy, uno más.