Siempre agradecidos

23 may 2020 / 09:59 H.
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Los que combaten en el frente de batalla de esta cruel guerra virológica son héroes activos, me estoy refiriendo al amplio sector de los profesionales sanitarios; y también son héroes pasivos todos nuestros mayores, que han trabajado duramente muchos años, desde muy pequeños, por los demás; muchos de ellos viven en residencias de mayores. La obligación de la sociedad es garantizarles que gocen de una vida relajada y de ocio con unas condiciones sociosanitarias y alimenticias propias de un estado del bienestar. Ambos grupos son los grandes damnificados de esta contienda bélica, que añade la especial dificultad de luchar contra un enemigo invisible. El reto no es nada fácil, pero a pesar de ello algo ha fallado; en el mejor de los casos debido a la escasa experiencia en las crisis de esta índole, en el peor por la ineptitud de algunos responsables. Ahora, el equipo del doctor Simón nos ubica en la parte baja de la desescalada de la “campana de Gauss” de la covid-19. Para que este buque antipandémico llegue a su puerto cada uno tenemos que asumir nuestras responsabilidades: Los ciudadanos debemos continuar actuando con prudencia, siguiendo las recomendaciones que puntualmente nos dan los expertos epidemiológicos. Y los políticos ultraconservadores deben de posponer conseguir el voto populista, en versión cacerolada, porque su cometido principal es salvar vidas de personas, facilitándose el objetivo con una oposición constructiva. A la sazón, hay que analizar, evaluar y combatir la pandemia presente y futuras poniendo sobre la mesa de trabajo actuaciones previsoras que nos sitúen en un “estado de alerta sanitaria” permanente, porque nadie se cree que esto acaba aquí. Este nuevo estado es indispensable para que este peligroso huésped, y los futuros, no nos vuelva a coger desprevenidos. En esta situación es básico invertir mucho más en la Sanidad Pública.

Una vez más, la naturaleza se ha rebelado contra nosotros por tanto maltrato sufrido y se venga valiéndose de murciélagos, pangolines... y, lo más triste, de los propios errores humanos. Estas cifras globales que expongo a continuación me ruborizan y me dan grima, porque detrás de ellas hay personas. El total aproximado de fallecidos en España por covid-19 ronda los 27.970, de ellos 18.986 son en residencias de ancianos (67,8 % de total de muertes por coronavirus). El número de muertes en residencias de la tercera edad se ensañan con dos comunidades autónomas: Madrid, con 5.929 (66,8% del total de la comunidad) y Cataluña con 3.913 (65,6 % del total de la comunidad.) Aprovecho para informar que la OMS realizó un estudio prospectivo en el que comunicaba que durante el periodo 2015-2020 se duplicaría el número de residencias en España, lo que significa que el servicio es fundamental para una población envejecida. Sobre esto, la prensa española informa que los geriátricos aumentarán sus beneficios un 20% en 2020. Por eso sospecho que los grandes fondos de inversión, los grandes capitales que cotizan en Bolsa... han campado a sus anchas en este tipo de negocio, o al menos no han tenido una inspección sanitaria rigurosa por parte de las administraciones autonómicas, que son las que tienen las competencias del servicio. Les recuerdo a todas ellas, y en particular a las de Madrid y Cataluña, que la inspección sanitaria tiene una función clave en estos casos que es inspeccionar, levantar acta y proponer sanciones administrativas.

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