Si veraneas en casa familiar

Estos son los trece mandamientos para supervivir. No conseguirás un enchufe para tu teléfono. Cogerás ese vaso con la dentadura sonriente y solitaria que no es tuya o sí. Despertarás como quieras o con las palabras cercanas del tapicero o de quien vende melones. Creerás que esa ducha con manguera en el corral es un jacuzzi privado. Aceptarás a esas quinientas moscas como tu nueva familia que te ha elegido y te acompañarán hasta el final del verano. Jugarás con la baraja atada con una goma de pelo. Asumirás que entre los cinco neceseres que tiene el cuarto de baño, el único que se moje será el tuyo. Probarás otra pasta de dientes por olvido o por cercanía del lugar. Saldrás a la fresca para cotillear y ser cotilleo. Tendrás miedos nocturnos por ese pipí que no aguantas y descubrirás con los pies descalzos que el pasillo está vigilado por ella, por la cucaracha y no sigo aquí. ¿Alcanzarás el saludo oficial del pueblo? Sí pero el último día: el alzamiento de cejas. Volverás con una camiseta menos y te despedirás de ese calcetín tuyo que se ha escapado con otro pie. Y saldrás por la ventana ¿por qué? Porque se puede y punto. Me gusta salir del verano por la ventana. Ciao.