Ser madre

Un día como hoy, hace diecinueve años, me encontraba en una situación bien distinta: en el paritorio. Como no era una madre primeriza y sabía que, al ser un parto provocado, el niño se tomaría su tiempo en salir, iba bien pertrechada de libros para aliviar las contracciones. La lectura siempre ha sido un buen analgésico en mi vida; para los dolores del cuerpo y los del alma. A mis treinta y cinco años se me consideraba una madre mayor, con riesgo de que la criatura viniera con algún tipo de malformación. En apenas dos décadas, la edad media de las gestantes ha subido de forma apreciable, y nos parecen normales los embarazos después de los cuarenta. Sin embargo, la fertilidad es muy baja a esas edades, lo que obliga a recurrir a procedimientos de fertilidad muy costosos, tanto en lo económico como para la salud de la mujer. ¿Por qué las mujeres retrasamos tanto el momento de ser madres, qué está haciendo mal esta sociedad para que el número de nacimientos descienda cada año y seamos uno de los países con la natalidad más baja de la Unión Europea? A ver si los políticos, más allá de ideologías, se ponen de acuerdo de una vez por todas para elaborar un plan que potencie la natalidad en nuestro país.