Septiembre viene a buscarte

03 sep 2016 / 10:34 H.

Enero tiene mala fama, pero septiembre también tiene su jodido encanto. Son tiempos propicios para la mudanza, para darse una vuelta por el trastero en busca de otoño. Para hacer listas de objetivos que incumplir con ahínco en los próximos meses. Tiempo para decirle adiós al verano con un corte de mangas por mentiroso, por hacernos creer que este castillo de arena sí permanecería, que la brisa no se iría. Mentira. Cuando había gobierno estos bajones anímicos eran menos, porque sentías el aliento de los que trabajan en la sombra, de los que piensan por ti. Ahora, sin nadie al timón, estamos desvalidos ante la fría estepa del futuro. Adormecidos aún por las olas que van y vienen, vienen y van, escuchas el trote imponente de la manada de toros de Guisando, imaginas gobiernos Frankestein y la radio te despierta entre sudores con la verborrea de otra sesión de investidura. El eco de un rotundo “no” que mantiene al país en pausa, que no en calma. Escriben sus epitafios políticos con distinta caligrafía, pero con el mismo tesón. Rajoy y Sánchez dan su mejor versión cuando nada hay en juego, nadie fuera del hemiciclo y de sus partidos les pondrá una medalla al mérito. Ni la mejor retranca dialéctica ni la pose torera de no moverse del sitio sirven para mejorar el horizonte inmediato de los ciudadanos. Fuegos fatuos.

Pero dejemos a un lado la arrogancia de la Baja Cámara y, para mantener el tono melancólico y ciclotímico de este artículo, escudriñemos el Plan de Infraestructuras para la Sostenibilidad del Transporte en Andalucía (Pista) para Jaén, analizado ayer por este periódico, que no hace ni de lejos, honor a su acrónimo para vislumbrar por dónde va el futuro de esta tierra. O lo que es peor, sí. La autovía a Córdoba y 59 obras de mayor o menor calado se quedan aparcadas hasta después de 2020. Sí, Córdoba y Jaén son las únicas capitales andaluzas que no están conectadas por autovía. Si a eso unimos el poderío ferroviario de esta provincia, quizá, incluso antes de 2020, Jaén se pueda convertir en un punto neurálgico de la nada, un corredor rápido a ninguna parte. Reserva espiritual de buenas costumbres, cerrada a la modernidad y a sus prisas de mercado. Un parque, en definitiva, para disfrutar de la vida lenta, nuestro particular Papahãnaumokuãkea.

Me gusta, no obstante, el optimismo del técnico que redacta el informe y que deja unas líneas para la esperanza. “Para el metro ligero (hipérbole) de la capital jiennense, se prevén, en el horizonte de 2020, unos 3,03 millones de viajeros”, según las estimaciones recogidas en el Pista. Para que luego se mofen de las elucubraciones de “los de letras”. Literatura fantástica a golpe de ingeniería contable, me fascina. Dirán que solo son un par de líneas, pero esta oda futurista bien merece un aplauso largo, una ovación sostenida en el tiempo. Con esta contención presupuestaria, nuestro paisano y consejero de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, Felipe López, no tendrá oportunidad de inaugurar nada de calado en los próximos años. Salvo que entremos de lleno en un género menor, la “micropolítica” que con tan buena fortuna acuñara en solitario Fernández de Moya. Ahora ni para eso alcanza la economía del Ayuntamiento y así el mantenimiento de la “popular” pajarita acaba, literalmente, en manos del delegado Rafael Valdivielso y el edil Manuel Fernández. Jaén necesita mucho más que una mano de pintura, pero... Con la capacidad de sorpresa agotada, veo fugazmente en la pantalla al diputado de ERC, Gabriel Rufián, con un mapa de futuros países independentistas. Por un momento veo un Santo Reino rojo y a su aire, pero, aunque con raíces alcaudetenses, el catalán no está por la labor de reconocer nuestra idiosincrasia. Nuestro histórico voto está claro, otra cosa es a dónde llevan las autovías...