Semana Santa

    06 abr 2023 / 10:09 H.
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    La Semana Santa que conmemora la pasión y muerte de Cristo no es el fin, es paso necesario al acontecimiento trascendental de la historia de la humanidad para los creyentes: la Resurrección de Cristo. Si Jesús de Nazaret sólo hubiera sido un hombre excepcional que vino al mundo, predicó a pobres y marginados y sufrió pasión y muerte, nada hubiera sido distinto a otros personajes que hicieron otro tanto; no habría que celebrar más que su triste recuerdo; no tendría sentido el esplendor primaveral, ni el bello equinoccio, ni la luna esplendente y mucho menos la multisensorial plasticidad que en forma de catequesis llena calles y plazas ni —en tiempos de descrédito— los templos abarrotados. Lo esencial es que quien se entrega por amor es Dios, hijo del Padre, que, despojado de su rango, se hace hombre, hermano nuestro, sufre atroces padecimientos y muere en la cruz para redimir al hombre; y como Dios, resucita. De este modo tiene sentido esta semana de hondura religiosa, devoción, bellas imágenes, es el inmejorable prólogo de un final feliz; en la mañana del domingo el sepulcro estaba vacío y la senda de la Vida abierta para toda la humanidad. “Oh feliz culpa que mereció tal Redentor”.

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