Seguimos con la farsa

Decepción y tristeza son las sensaciones que me provocó la farsa que supuso la Moción de Censura que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. Aquellos que en los primeros años 70 del pasado siglo ejercíamos de estudiantes universitarios con grandes inquietudes de libertad y aspiraciones democráticas, seguíamos a un maestro de la economía y la lucha, el Sr. Tamames. ¿Entienden por qué mi estado de ánimo?, sencillamente porque esos que utilizan la palabra libertad de forma teatral en un momento en el que las libertades y derechos ciudadanos se encuentran en sus más altas cotas, es triste ver como se utiliza a un octogenario de forma descarada y lamentable, tapando la cobardía del que en teoría debiera haber sido el candidato de un partido con raíces totalitarias. Decepcionado con Ramón Tamames que pasará a la historia como protagonista de un esperpento, en lugar de por sus años de lucha en otros campos, y ahora ya es tarde, poco tiempo le quedaría para limpiar esta lamentable imagen, porque usted ha hecho el ridículo y perdido la dignidad públicamente en la última etapa de su vida, que dios le conceda muchos años más y sea capaz de arreglar el error cometido. Y a los provocadores del timo les deseo fracaso tras fracaso en ese populismo indecente que utilizan, porque señores, el Congreso de los Diputados es para otra cosa.