Se sigue llamando igualdad

13 oct 2022 / 18:55 H.
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Sí, se trata de un derecho que tenemos las personas: “El derecho a la igualdad es el derecho de todos los seres humanos a ser iguales en su dignidad, a ser tratados con respeto y consideración y a participar con base igualitaria con los demás en cualquier área de la vida civil, cultural, política, económica y social”. La igualdad es un valor imprescindible para el progreso, para el avance, de toda la sociedad porque ofrece la posibilidad de que cada persona pueda aportar al conjunto desde su libertad, de que pueda contribuir con su trabajo, su esfuerzo. Es un principio y es un derecho.

A pesar de que es difícil en este tema y en este derecho sorprenderse cuando la desigualdad campa en cualquier ámbito con bastante facilidad, hoy me ha causado sorpresa y estupor el llamamiento desde las ventanas o balcones
de un colegio mayor aquí, en nuestro país, increpando a voz en grito a las chicas residentes en el colegio mayor de enfrente, cargado de insultos hacia la mujer, de palabras gruesas, de amenazas, y todo ello coreado y aplaudido por una gran cantidad de chicos asomados a las ventanas del colegio, jaleando ese comportamiento que pasa de lo individual a lo colectivo.

Saber que han expulsado al chico en cuestión (yo diría al mala bestia), es lo lógico, pero pretender que esto se quede ahí, como una gamberrada más de estudiantes que ya se sabe están en una edad muy particular, es otra.

Lo auténticamente peligroso es que tantas voces de mujeres y hombres, tanta ideología radical y tanto medio de comunicación haciéndose eco y mofa de la defensa del derecho a la igualdad, ha conseguido calar en la juventud española de una manera preocupante. Es cierto que muchos jóvenes no comparten esto, pero también es cierto que las manadas, los delitos de violencia hacia las mujeres, el trato discriminatorio y el afán de ridiculizar la igualdad, sobre todo en el ámbito de los derechos de la mujer, salen de alguna parte llámese familias, educación... La igualdad siempre produce ronchas en determinados sectores de la población, que generalmente suelen ser gentes cortas, obtusas (debido a su cortedad), y desde luego con poca capacidad para la reflexión y el análisis de lo que somos las personas y de los derechos que tenemos.

Hay, y ustedes lo saben y lo ven, un gran número de gentes (hombres y mujeres) que utilizan la lucha de la mujer por la igualdad de derechos, como un arma arrojadiza y de ahí se nutre mucho personal que hace daño a su género, a las mujeres y a la sociedad.

La desigualdad en el mundo es una realidad, ya sea de género, económica, social, sabemos que es una utopía luchar por que desaparezca, pero también sabemos que la lucha contra ella es difícil, pero es lo único que ha hecho avanzar a la sociedad. Bendita utopía. Aquellos que renuncian a conseguir el derecho de igualdad para todos lo seres, son los que crían y entrena cachorros para la violencia, los que tuercen y retuercen para que la mujer no se mueva del papel que tiene asignado y que ha de estar “dentro de un orden”.

En definitiva, el vergonzoso hecho acontecido en ese colegio mayor (que no en un centro de acogida de “menas”), es deleznable y peligroso por que son muchos, y son machos.

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