Se llamó Babel

    30 mar 2025 / 09:40 H.
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    La Biblia, en Génesis 11, relata que... “Los hombres deseaban edificar una ciudad y una torre cuya cúspide llegara hasta el cielo y Dios se dijo: “Hablan un solo lenguaje; nada les detendrá. ¡Ea! Bajemos y confundámoslos, de modo que no se comprendan”. Y se la llamó Babel, porque allí confundió Yahvéh el habla de toda la tierra”. ¡El idioma común nos une! El 1945, cuando se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se desaprovechó una ocasión histórica para lograr una unión más fraternal de la humanidad, al no colocar como lengua internacional el Esperanto, creado en 1880 por el oftalmólogo polaco Luis Lázaro Zamenhof; un idioma fonético —una letra, un sonido—, neutral y fácil de aprender. Además, deberían haber establecido la enseñanza mundial de un único lenguaje de signos que abriría a setenta y dos millones de sordos un canal de comunicación, inclusivo en su entorno social. El refrán dice: “Que Dios te dé contienda con quien te entienda”, destaca lo difícil que es la comunicación. ¿Por qué no facilitar directamente ese acercamiento mediante una lengua internacional común, fácil y neutral?

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