¡Se acabó la pandemia!

Los poderes públicos acabaron con la pandemia con un apagón informativo “universal”; la fórmula no es nueva, los romanos eran maestros en la “damnatio memoriae”, el senado simplemente mandaba borrar del “álbum” a cargos públicos, incluso emperadores, se recogían sus vestigios y desaparecían; no existieron nunca. Con la covid pasa igual, sigue vivo, contagia y mata; ha mutado el prefijo “pan” a “ende” y como la gripe, es endemia cotidiana que sigue su curso. Perviven las soluciones improvisadas, transformadas en derechos adquiridos para algunos: el teletrabajo y la cita previa, de los que se benefician las Administraciones, los bancos y sus empleados, precisamente los que eran “servicios esenciales”. El cliente de servicios financieros y “papeleos” requiere atención, inmediación y confianza; las fusiones, el cierre de oficinas y los EREs han creado un oligopolio parásito: la gestión con cita previa “enfría el problema” y se evita explicar por qué no se retribuye el pasivo, se incrementan las comisiones y se habla poco de las hipotecas. Lo de los burócratas públicos es peor, recuerdo lo que decía con sorna un viejo alcalde: “no trabajan por la mañana, por la tarde, es que no vienen”.