Se acabó la fiesta
En este entramado de sórdidas ambiciones y bajezas cometidas al más puro estilo mafioso que estamos soportando los ciudadanos, antes, durante, y después de todas las elecciones a las que nos van llevando algunos sátrapas de baja estofa. En este contexto nauseabundo, procurado por parte de las políticas de arrastre, en la que participan sin ningún tipo de pudor los poderes fácticos de siempre (la banca, la Iglesia, los medios de comunicación. Ejemplo facilitado por nuestra Real Academia Española), y no sólo en nuestro país, sino en gran parte de este mundo, carentes de alguna solvencia ética, ideológica, o de una mínima progresión hacia la justicia social, que no obedezca a sus intereses, o a sus creencias más hipócritas; es cuando aparecen los seres humanos de la vieja trapería de nuestros dioses inventados, para no decir nada, o para proclamarnos, que lo único importante en nuestras vidas errabundas, son sus tristes cojoncillos, los de ellos por supuesto. Así pues, y sabiendo que Jaén es una parte de la tierra, y que yo, todavía tengo un nombre en el buzón, los invito a que me ocupen los testículos, que los tengo deshabitados.