Se acabó el paro agrícola

Les juro que no es una inocentada. ¡Líbreme Dios de jugar con estas cosas! Sí reconozco que había guardado esta reflexión para esta fecha, pero la trampa fue del Gobierno tal día como hoy del pasado año aprobando el regalito de Yolanda Díaz en el Real Decreto Ley 32/2021 de Reforma Laboral. Desde entonces se puede asegurar que el campo va bien encaminado —otra burla estadística— a alcanzar el pleno empleo. El artículo 16 del ET nació para resolver otras cuestiones, no para las actividades agrícolas que son normalmente estacionales por el carácter cíclico de la naturaleza. Desaparecido el contrato temporal de “obra o servicio”, cualquier empleo que precisen las explotaciones agropecuarias ha de ser fijo discontinuo, lo que presupone crear un vínculo no siempre querido por el propio trabajador y nocivo para la empresa, difícil de mantener. ¿Cómo se beneficiarán los temporeros, nacionales o extranjeros, que rotan por distintas campañas agrícolas o turísticas? ¿Cómo hacer los llamamientos? ¿Dónde encontrarlos? La semántica no resuelve problemas, los disimula; el trile funciona; otro conejo que sale de la chistera: figurará que hay menos paro, pero tampoco habrá más empleo. ¡Inocentes!