Savia verde

    08 dic 2023 / 10:29 H.
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    Sé que estas palabras no tendrán ninguna incidencia sobre la geopolítica internacional, por quien las escribe, claro, y porque en este momento histórico la política mundial parece cegada a cualquier cosa que no sea su propia ruina. Pero quizás deberían, porque se refieren a unos habitantes silenciosos que son el 99,6% de todo lo que está vivo en el planeta. Las plantas me tienen tan obsesionada que hasta sueño que me vuelvo microscópica y viajo por su savia verde. Compro tierra para huertos del tamaño de una mesa, en los que siembro al ritmo de las estaciones las hortalizas que me regalan el agua y el sol. También me enseñan paciencia. Durante mis paseos en bicicleta recojo semillas caídas de los árboles que luego planto en macetas, y que tardan dos años en crecer 1 metro. Como ya no cabían en mi patio, la primavera pasada decidí trasplantarlos en un descampado detrás de mi casa. Y este verano, cada tres o cuatro días iba hasta allí, cargada con botellas de plástico para regarlos. Esta mañana he pasado a saludarlos. Parecían contentos. No me han dicho nada pero están bastante altos, como si su crecimiento fuera un proceso de aceptación, perdón y restitución de este planeta de tristeza.

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