Sanidad pública
Sí, ya nos han persuadido, no nos lo repitan más veces, ya nos hemos enterado de que no hay dinero y hay que seguir con los recortes. Durante la anterior crisis sucedió exactamente igual, los ideólogos conservadores y liberales utilizaban los grandes medios de comunicación, como hoy en día, para reproducir una y otra vez los dogmas del liberalismo, por cierto, sin ninguna evidencia científica que los apoyara, pero eso no tenía ni tiene importancia. Los economistas usan hoy también ese mismo tono de gran autoridad para decir auténticas frivolidades como meros ideólogos que son de la estructura de poder que los sustenta. En realidad, están haciendo política, que no es malo en sí, pero sí es preocupante la poca diversidad ideológica de la mayoría de los grandes medios, el déficit democrático que demuestran que hay en nuestro país. Después de tantos años ahí tenemos todavía los frutos de nuestra modélica transición. Yo opino que lo que una y otra vez nos repite la estructura de poder no es cierto, así de claro. Sí, hay suficientes recursos para eliminar las enormes carencias de la sanidad pública en nuestro país. Lo que sucedió en la anterior crisis es que a nadie se le ocurrió recaudar cinco mil trescientos millones de euros que es lo que suponía eliminar la bajada de impuestos a las empresas que facturaban más de ciento cincuenta millones al año. Tampoco cayeron en la cuenta estos economistas de conseguir recaudar dos mil cien millones de euros recuperando el impuesto de patrimonio o recaudar dos mil quinientos cincuenta y dos millones de euros eliminando la reducción de los impuestos de sucesiones. Es llamativo que ni en la anterior crisis ni en esta se les ocurra a estos economistas proponer medidas para conseguir cuarenta y cuatro mil millones de euros eliminando el fraude fiscal de las grandes empresas, de las grandes fortunas y de la banca.
Lo que está claro es la pobreza de recursos de nuestra sanidad y que, tanto si miramos el gasto publico sanitario por persona como si consultamos el gasto en porcentaje de PIB, tenemos un gasto muy bajo dedicado a ella. Y no somos un país pobre, en absoluto. Nuestro nivel de riqueza, medida por el PIB por capital, es ya casi el mismo que el de los quince países de mayor desarrollo de la Unión Europea. Sin embargo, nuestro gasto en sanidad está muy por debajo del promedio de gasto sanitario público de este grupo de países de la UE, algo que viene siendo una constante desde el inicio de nuestra democracia. Las causas de esta escasez de recursos son fáciles de vislumbrar, si uno se aparta de la versión oficial de los grandes medios de información y persuasión. Las causas son sobre todo de naturaleza política y se deben al gran dominio que han tenido las fuerzas conservadoras sobre nuestro Estado históricamente y en el periodo democrático. En eso nos parecemos a países hermanos como Portugal, Italia o Grecia donde el subdesarrollo también ha sido constante y permanente.
Una de las intervenciones más populares que ha llevado a cabo el Estado español fue el establecimiento del Servicio Nacional de Salud en los años noventa ya que fue un gran paso hacia la universalización de los servicios sanitarios públicos, y fue un punto de referencia internacional entre estudiosos de política social y sanitaria por su vocación de servicio y su garantía, casi universal, de tener acceso a los servicios sanitarios. Pero su punto flaco fue que desde sus inicios siempre tuvo un déficit de gasto público debido a que las fuerzas conservadoras continuaban teniendo demasiada influencia en el diseño de las políticas económicas, presupuestarias y fiscales del Estado. Durante el periodo democrático en todos gobiernos españoles las personas encargadas de desarrollar las políticas fiscales y económicas han sido, casi siempre, muy próximas a los sectores financieros y empresariales del país. También, por supuesto, los ministros de gobiernos socialistas, lo cual a mí me dice mucho de la nula o escasa vocación transformadora de las personas encargadas de tales funciones y responsabilidades en estos gobiernos.