Salva la Navidad

Es el mantra de moda, está hasta en la sopa. En un contexto tan jodido, entre contagios, muertos y mercadeo de vacunas, reaparece el binomio economía-salud. Si por un lado es entendible, por otro es despreciable. Ya nos han puesto de nuevo a hacer números y cábalas con los horarios, comensales y langostinos. La tradición, que muchas veces se torna en traición y paripé, asoma para recordarnos que son unos días entrañables, como si el resto no lo fueran, como si todo siguiera igual. Desde Papa Noel hasta los Reyes Magos haremos una tregua trampa para lamentarnos después, como dios manda. Mientras tanto nos tendrán entretenidos con la homogeneización de la fiscalidad, intentando revivir a ETA, que siempre dio muchos votos, con Cataluña y hasta con el lucero del alba. Como bajemos la guardia, para cuando lleguen las ansiadas vacunas habremos palmado o estaremos en puertas. Como no nos metamos en los corrales y tomemos conciencia, no nos salvarán ni los mantecados, ni Melchor, ni Gaspar, ni Baltasar, ni el niño Jesús que está en la cuna, que con el año que llevamos, puede salir niña. ¡Si me queréis, irse!