Saludos mañaneros

    31 ene 2024 / 08:55 H.
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    Recuerdo con gratitud el saludo de Segura de la Sierra, donde todos son humanos y no vecinos sin personalidad, como son el Hermano Procopio o la Hermana Donatila: “Bendita sea la luz del día y el Señor que nos la envía”. Recién ha abierto los ojos el nuevo día, conforta y estimula los saludos de los vecinos. Vaya usted con Dios, buenos días, buenos días tenga usted, es una costumbre que no ha perdido comba a lo largo de los siglos y que debe durar. Costumbre que tiene que prevalecer tanto como unos pantalones de pana, un tejido más fuerte y persistente que el famoso Alcoyano. Vivimos en tiempos de prisas alocadas, lo que hace restar el afecto, la comprensión y el buen comportamiento de unos ciudadanos que hacen la vista gorda o te miran con las pupilas de costado, es decir, que pasan de ti y les importa un rábano sus semejantes. Semejantes que forman una prieta piña unida por el afecto y la bondad. El vecindario puede ser más noble si presencia la praxis de la buena educación, la bondad y el apego, tan necesarios para hacer de este mundo un paraíso habitable, y no una jaula de grillos chirriantes, con más ruidos estridentes que mollares nueces. Saludar es un ejercicio amable que huye de la discordia tan abundante en el Parlamento, el Senado y en la calle, seguramente emulado por nuestros vecinos de a pie.

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