Saber envejecer
Se dice que todas las personas ansían llegar a viejos pero, cuando son viejos, se entristecen. La vida es bella si se saben buscar sus bellezas. Cada vida es un mundo, una historia diferente y no siempre las experiencias de unos les sirven a otros, de ahí que muchas veces los consejos sean baladíes. Sobre la vejez hay muchos consejos y opiniones encerrados en los refranes: “Una bella ancianidad es la recompensa de una bella vida”, “La vejez es el único medio que se conoce para poder vivir mucho tiempo”, “Los hombres no dejan de jugar porque envejecen, sino que envejecen porque dejan de jugar”, “El viejo no puede hacer lo que hace un joven, pero lo que hace es mejor”, y muchos más que tratan de dar ánimo, aunque alguno es menos alentador, como el que dice: “¿Qué es la vejez? Estornudar, toser y preguntar la hora que es”.
Yo trato de seguir los consejos de los ejemplos de vida positivos. Pienso que, mientras no haya una enfermedad que lo impida, la edad está en el corazón y en la cabeza. Y no dejo de trabajar y aún menos dejo de reír. En la vejez todavía hay tiempo para proyectos, aunque deban de ser a muy corto plazo. Un plan de cada día que nos haga pasar las horas lo más felices que sea posible teniendo siempre presentes las limitaciones. Hay que saber decidir el momento de decir adiós, pero mientras que se pueda ofrecer una gota de afecto, de felicidad, hay que seguir haciéndolo.
Ahí está el cantante y actor francés Charles Aznavour que hace unos cuantos días llenó a rebosar el Palacio del Wizik Center de Madrid. Aznavour, símbolo de la canción francesa, obtuvo un clamoroso éxito, recreando las canciones que hace medio siglo emocionaron al mundo, como “Venecia sin ti”, La Bohemme” y “La mamma”.
Todo eso con 92 años cumplidos. Aznavour ha sabido envejecer y continúa emocionando con su voz y sus canciones. Él sabe que puede seguir y lo hará mientras el cuerpo aguante y su voz conserve sus encantos. Y es una suerte poder seguir escuchándole porque aún ofrece sueños, ilusiones y esperanza con su arte. Otros grandes cantantes no supieron ni envejecer ni aceptar su envejecimiento y, ya sin facultades, quisieron seguir dando lugar a que fuese el público quien los echara. Y eso es doloroso para el artista y para quienes disfrutaron de su arte en sus mejores tiempos.