Rumbo al senado

12 oct 2019 / 11:16 H.

En 2020, casi seguro, nos montaremos en el tranvía. Habrá que encomendarse a todos los santos propicios para retomar estos viajes especiales por el suelo de Jaén. Si el mismísimo Brad Pitt —en la interestelar “Ad lastra”, encarnando el papel del astronauta Roy McBride— y su maltrecha tripulación se encomiendan a San Cristóbal en su misión hasta llegar a Neptuno, cómo no vamos a echar mano del santoral los jiennenses para explicarnos cosas sobre esta fallida conquista del futuro en la tierra prometida del ronquío. Quizá en lugar de presionar a la Junta de Andalucía por un convenio fetén y al Ayuntamiento para que ajuste las cuentas, deberíamos habernos encomendado a San Judas Tadeo, el santo que lo peta con las causas imposibles, los desesperados. A la espera de que la capital saque tique para esa modernidad que quedó apalabrada, pero sin concretar, el exalcalde de Jaén, Javier Márquez, pone fin al trayecto en la política municipal y se embarca en un viaje catártico al Senado. Era cuestión de tiempo, estaba escrito, no era necesario leer los posos del café para calibrar que su futuro estaba lejos del Santo Reino, quedaba pendiente cómo adornarlo. Si en junio remarcaba que el viaje en la oposición duraría hasta 2023, ahora se arguye que la nave nodriza (PP) establece que para volar es necesario la máxima lunar: “Un hombre, un cargo”. Que casi suena a juramento hipocrático médico o a apunte de frase de Clint Eastwood para una próxima película. Los más avispados caerán en la contradicción flagrante de que el presidente popular, Juan Diego Requena, es, de momento, candidato al Congreso de los Diputados, alcalde de Santisteban del Puerto, presidente del PP de Jaén, diputado provincial y presidente de la comunidad de vecinos, es un decir. Será un desfase espacio-tiempo, también la película tiene algunos gazapos científicos en cuanto a la gravedad y sus costumbres, caídas en desgracia y demás; diremos que son licencias del director y del guion político, punto palote.

En aquel lejano 2016, intuíamos un cambio de ciclo y formas en el Gobierno popular de la mano de un recién llegado que sabía que solo podría ponerle una marcha más a la ciudad, “meter segunda” ya era un reto siempre con el temor de gripar el motor de las nóminas de los funcionarios. El cambio, por lo tanto, lo fue más de gestos que de calado, la precariedad manda y helaba la sonrisa. La peatonalización del centro, el comienzo de la superficie comercial de Alvores, la sana intención de poner en marcha el tranvía están en su haber, al igual que tender puentes con el resto de Administraciones, en lugar de volarlos, con una hoja de ruta que pretendía modernizar la ciudad. Hay quien incorpora entre “los logros” las luces de Navidad... Visto lo que cotizan dichos alumbrados en la política actual, con el regidor de Vigo, Abel Caballero, en guerra lumínica con Nueva York a ver quién tiene el haz de luz más grande, no diremos ni media. Al entonces alcalde, en cualquier caso, se le fue apagando la chispa, perdió cercanía, el humor y menguaron las citas de Mafalda una vez en contacto con la dura realidad. En el camino, amistades políticas saltaron en pedazos y quedaron alineadas más allá de Orión. Hoy, con la tranquilidad que da ver los morlacos desde la barrera, recupera la media sonrisa, como el que en mitad del ruedo político hace una media verónica mirando al tendido.

La semana finaliza con un cruce de caminos de esos que depara también la galaxia política, Márquez se despedía con un tuit: “Hoy finalizo una etapa en mi vida política apasionante, reconfortante, dura pero sobre todo bonita. Es un honor poder haber luchado por mi ciudad, por mi #Jaén”. Y unos días después, Fernández de Moya, al hilo del caso “Matinsreg”, remitía un comunicado a través de su defensa: “Solicita la baja temporal de militancia del Partido Popular (...) a fin de no perjudicar la imagen del partido, hasta la resolución y conocimiento de la sentencia que se dicte tras el juicio que deberá celebrarse”. Fin de la convivencia. Trayectorias divergentes.

Pensará Roy McBride de regreso a lo que va quedando del planeta que Mafalda llevaba su idea: “Al fin de cuentas la humanidad no es más que un sandwich de carne entre el cielo y la tierra”.