Roma no paga traidores

Cuentan los cronistas romanos que, cuando los traidores que asesinaron a Viriato fueron a cobrar su recompensa, el procónsul Quinto Servilio Cepión se los quitó de encima con la célebre frase: “Roma no paga traidores”. No sabemos si este hecho fue cierto o si solo muestra el rechazo a la estrategia que siguió el procónsul contra su enemigo, tan alejada de las virtudes romanas de honorabilidad y hombría en el combate. Lo cierto es que la traición no se quedó en la gloriosa Roma, más bien parece ser un gen dominante en la especie humana. Se traiciona a amigos, compañeros, familia, partido, país, incluso ideas... los que las tienen. Objetivo: pillar cacho. La primera vez cuesta un poco, dicen, después ya es un no parar. Los hay que, ya con maestría, se venden caro, pero conozco algún caso en que te clavan un puñal por quince miserables euros. Bruto hundió la daga en el pecho de César, su padre adoptivo, y treinta monedas bastaron a Judas para traicionar a Jesús. Este al menos tuvo la decencia de arrepentirse y ahorcarse. Animo a los demás correligionarios a seguir su ejemplo. Será por olivos... Roma no paga traidores. Ni Roma ni nadie, porque quien suplica tu traición es ya, de por sí, un miserable y un traidor.