Rider, trabajo esclavo

    26 ene 2020 / 11:48 H.
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    No es mi caso, quizá simplemente porque vivo en un pueblo, aunque es más por convicción ideológica y moral, pero nunca he llamado para que me traigan la comida a casa. Es un fenómeno implantado de forma generalizada en casi todas las ciudades. Resulta sin duda cómodo, pero no nos hemos parado a pensar en lo que significa. Esas personas, jóvenes en su mayoría, que llaman al timbre con comida, la mayor parte de las veces comida basura, no tienen contrato, si acaso son falsos autónomos que reciben una miseria por cada entrega. Eso sí, las empresas a las que prestan servicio les pagan una miseria por entrega, con un nivel de exigencia en los tiempos estricto. Para cumplir con lo exigido, estos jóvenes se juegan literalmente la vida, basta verlos con sus motos, bicicletas, últimamente también en patinetes eléctricos, por las vías públicas. Ponen en riesgo su integridad y atentan contra la seguridad vial del resto de vehículos y peatones. Llaman al timbre, hacen su entrega, y nosotros tan panchos. Claro ejemplo de cómo la esclavitud
    arraiga en ciertos modelos empresariales.

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