Ricchi e Poveri

    02 oct 2022 / 16:00 H.
    Ver comentarios

    Los guionistas de los argumentarios, esos “papeles” en los que se distribuye la opinión que hay que mantener sin rubor alguno, aunque el tema sea “tormentoso”, no han tardado un solo segundo en vocear el eslogan que merece la propuesta de bonificar o suprimir el “impuesto del patrimonio”. Y ese lema no es otro que insistir en el favor que se hace a los “ricos” al hacer desaparecer este impuesto. El primer impacto correspondió al ataque a Andalucía y Madrid, pero, al hilo de las próximas urnas, ya se están produciendo movimientos incluso en áreas socialistas como en Valencia lo que da la impresión de que, una vez más, el gobierno y los suyos dicen y hacen una cosa y la contraria en función de intereses que no siempre coinciden con los de la ciudadanía. La desmemoria que nos caracteriza nos hace olvidar que el gobierno de Rodríguez Zapatero ya suprimió en 2008 este impuesto sin incidencias notables. Recordemos que no era un gobierno conservador y, por tanto, proclive a dádivas hacia esos “ricos” que ahora se suponen beneficiados. Luego se volvió a recuperar en 2011 de forma temporal por la crisis económica y las exigencias impuestas por la Uniçon Europea para atajar el déficit público. Desde entonces se ha ido prorrogando año a año y ahora somos prácticamente el único país de nuestro entorno que lo sigue manteniendo. Solo Suiza y Noruega lo contemplan con matices. El juego político con los ricos y los pobres me lleva a aquella canción de “Ricchi e Poveri” y a escuchar sus cuitas con la “Mamma María” para poder comprarnos la cara oculta de la Luna. Una de las reacciones peculiares, luego desmentida, ha sido la del ministro Escrivá que clamaba por retirar a las comunidades las competencias en el manejo de los impuestos para que no puedan hacer “de su capa un sayo”. ¿Pediremos lo mismo para las Comunidades díscolas en asuntos constitucionales? No, claro. Hay que mantenerse en el gobierno con los votos de quien sea menester. Los ricos y los pobres, en ese lenguaje politizado que solo busca aceptación en la urna próxima, se convierten en moneda de cambio, en ese dar y recibir aquello que mejor convenga para el asidero a la poltrona. Los tintes populistas y nacionalistas suelen producir desvaríos que solo se observan como tales desde un lado del prisma mientras se aplauden desde el otro. Ya se anuncian nuevas medidas fiscales, pero sin concretar. No vaya a ser que coincidan con las propuestas de la oposición. Por supuesto que toda acción tendente a mejorar el nivel de vida de los ciudadanos es bienvenida, en especial para aquellos que más lo necesitan, pero sin caer en generalizaciones, manipulaciones e interesados mercadeos electorales. ¡Ay, Mamma María, esos “ricchi e poveri”!

    Articulistas