¿Responde la UJA a la Universidad del siglo XXI que necesita la provincia?

26 abr 2017 / 11:49 H.

Además de olivos, que estaban ahí desde siglos atrás, en los últimos años, exactamente en 1993, llegaba a la provincia una conquista que es de las más importantes de la historia de Jaén, suelo decir que desde los Reyes Católicos para acá, y no es otra cosa que la Universidad de Jaén, que va a cumplir 24 años y aunque sus beneficios aún tardarán en palparse de manera más evidente, su presencia entre nosotros imprime carácter. Este logro, que fue voluntad del Parlamento de Andalucía, del gobierno de la Junta, y una apuesta de un político con el que Jaén siempre estará en deuda, Antonio Pascual Acosta, es el gran instrumento para enseñar a volar a esta provincia.

Pasados todos estos años y al más puro estilo Jaén, no decimos que no se valore la importancia de poseer una Universidad propia, pero a nuestro juicio está lejos de recibir lo que merece y necesita, el apoyo social y empresarial, el reconocimiento de todos. Sólo la Universidad, con el tiempo, puede poner a Jaén en el lugar que le corresponde y provoca cierta decepción comprobar que ni política ni socialmente se le considera aún como la gran apuesta que es, la última y definitiva esperanza de este Jaén nuestro aplanado y todavía con poca fe en sus recursos.

SOBRE TODO, EL FUTURO. Se cumplen dos años de la toma de posesión en el Aula Magna, el 24 de abril de 2015, del actual rector de la UJA, Juan Gómez Ortega, que llegó al cargo tras unas elecciones en las que venció en una segunda vuelta con el 55,94% de los votos, frente al 40,35% que fue para Reyes Peña. Gómez Ortega, como tercer responsable de la institución, ha heredado una Universidad bien gestionada desde el primer momento. A Luis Parras le correspondió la ilusión de verla crecer, a Manuel Parras la de consolidarla y abrir nuevas expectativas, y el reto de Juan Gómez no es otro, a nuestro juicio, que plantear la Universidad de Jaén para el futuro, pensando en lo que tiene que ser la UJA dentro de veinte o treinta años. ¿Está en marcha ese proyecto de futuro? Esta es la pregunta que hoy tenemos que formular, porque en la Universidad como en otras instancias, se puede correr el riesgo de trabajar mucho en lo inmediato y restar importancia al largo plazo. Cierto que no se trata de una cuestión exclusiva de Jaén, pero Jaén es lo que tiene que preocuparnos a la comunidad universitaria, a las administraciones y a la sociedad local. Tenemos el deber de posicionar a la UJA, preparar el relevo generacional que ha de producirse en 10-15 años, concretar los títulos específicos que han de incluirse en los próximos cursos y dar respuestas a las necesidades, en un contexto en el que se apunta que en un futuro inmediato se van a producir grandes cambios en la forma de entender las enseñanzas universitarias.

En relación con las materias específicas que debería demandar Jaén, parece que en el momento de la configuración de los nuevos títulos de grado hubo quienes plantearon la posibilidad de incorporar alguna de las especialidades relacionadas con la Ingeniería Agronómica, pero fue una idea que no prosperó. Se perdía la oportunidad de formar en su propia tierra a buenos profesionales para el campo. Claro que también la Universidad de Jaén cuenta con el Master de Olivar y Aceite de Oliva y este curso cuenta solamente con 24 alumnos, que a lo mejor no es una mala cifra teniendo en cuenta la demanda de este tipo de estudios, pero es que en el curso 2015-16 hubo la mitad, 12 alumnos, a pesar de que es un excelente recurso académico y no puede dudarse de su relación con la principal riqueza de la provincia. ¿Qué nos pasa?

Una de las grandes fortalezas de la UJA es que en términos generales la gestión que se ha realizado desde el principio hasta el momento ha estado guiada por la mesura, no se han cometido grandes dislates, como reconocen algunas de las personas de la institución con las que hemos hablado para conocer diversas opiniones en torno a la que es considerada principal empresa de la provincia. A su rector, Juan Gómez, se le considera un gran trabajador, persona de absoluta dedicación, tal vez demasiado absorbente, que no se ha quitado de encima en estos dos años la consideración que de él se tiene de más técnico que político, aunque se le puedan reconocer esfuerzos al menos por intentarlo.

La gestión económica es acertada, lo ha sido siempre. No obstante en los duros años de la crisis, la Junta cerró el grifo de las transferencias y solamente Manuel Parras y su equipo sabrán los malabarismos que debieron hacer para que la institución no sufriera en exceso las consecuencias. Ahora este panorama ha mejorado, el dinero llega con más regularidad y esto está permitiendo que se aumente el gasto y que se vivan menos situaciones de la más estricta austeridad. De hecho de 2011 a 2014 se producía un remanente ficticio de tesorería, en el sentido de que no se podía gastar el dinero porque la Junta no realizaba las transferencias, con lo cual era imposible realizar determinados gastos. De 2011 a 2016, los remanentes de la tesorería fueron, respectivamente, de 63,02, 82,01, 95,64, 94,99, 84,77 y 84,18. Y desde luego cabe destacar como un compromiso serio de la UJA el pago a proveedores en un tiempo no habitual en otras administraciones públicas. Es de suponer que en breve la Junta de Andalucía concretará sobre el futuro modelo de financiación que ha anunciado, mientras tanto existe cierto grado de incertidumbre y ya el rector, en su discurso inaugural del curso académico, planteó alguna duda al respecto.

Por lo que se refiere al equipo que acompaña al rector en el gobierno de la UJA, tenemos que destacar la labor de María Dolores Rincón, responsable de varias parcelas que constituyen como un cajón de sastre, aunque donde verdaderamente destaca en su gestión y en la que parece sentirse como pez en el agua, es en el área de Cultura, donde resulta perfectamente visible que se está realizando una labor encomiable, valorada dentro y fuera del Campus. Igual opinión positiva tiene la comunidad universitaria, al menos las personas con las que hemos consultado, respecto de la vicerrectora de Estudiantes, María Luisa del Moral, uno de los grandes aciertos del rector al formar su equipo, al tratarse de una gran profesional, de la que se destaca su sensatez y su capacidad en un área que es la más sensible por estar en contacto con lo que realmente da sentido a la Universidad, sus alumnos.

Para continuar con las fortalezas de la UJA tenemos que hacer referencia al acierto que tiene para proyectar su imagen fuera de la institución. Además nuestra aún joven Universidad está bien posicionada en publicaciones, tiene un dato que queremos destacar, sus casi 800 doctores, según recoge el Anuario Estadístico de la UJA eran 771 en 2015, y es una de las grandes fortalezas de la todavía joven Universidad de Jaén en el panorama nacional. Por otro lado, en contra de lo que ha ocurrido en otras etapas más convulsas desde este punto de vista, se mantiene una paz social envidiable. Hasta el punto de preguntarnos si esto es un hecho positivo y puede estar señalando la existencia de un escaso nivel de debate en la comunidad universitaria, en los órganos de decisión. Cuando en breve se negocie la RPT del PAS se verá si las aguas siguen calmadas o aparecen los brotes de tensión laboral. De todas maneras en este momento la respuesta sindical es inapreciable, con lo que el equipo de gobierno puede actuar con cierto margen de tranquilidad, lo que no se sabe es si durará los cuatro años o pueden cambiar las circunstancias. No es que queramos que se viva en continuo conflicto, por supuesto que no, pero tanto sosiego, en algunos casos rayano con el conformismo, en una comunidad con personas formadas, que deberían estar debatiendo sobre cantidad de asuntos, parece algo incongruente. Si le preguntáramos por este asunto al rector, tal vez la respuesta podría ser que a lo mejor no hay contestación porque todo se está haciendo bien. Pero sigue chirriando tanta unanimidad en un centro tan singular y tan complejo.

SOS, MENOS ALUMNOS. Ya hemos abordado los pros de la Universidad de Jaén. En la parte de las debilidades, la más significativa, sin lugar a dudas, es la disminución en los últimos años del número de alumnos. En el curso 2011-2012, había 16.721, que ha sido la cifra más alta conocida en los últimos años. En los sucesivos cursos, hasta el actual, la evolución ha sido de 16.037 alumnos (12-13), 15.984 (13-14), 15.122 (14-15), 14.401 (15-16) y 14.546 (16-17). En este sentido la situación es incluso más llamativa si tenemos en cuenta la incorporación de nuevas titulaciones como Educación Social y Arqueología, así como diferentes másteres, y, además, en los últimos años se han convocado becas de atracción de talento para alumnos extranjeros. Por cierto es muy elevado el nivel de satisfacción que señalan los alumnos de fuera que cursan sus estudios en nuestra Universidad de Jaén. Pero, en fin, es un mal camino el del descenso de alumnos porque con ello pierde la UJA, dinero entre otras cosas, y más que enmascarar las cifras con la gente que viene de fuera, lo que hay es que ver qué se puede hacer para seguir sumando alumnos. No sé si se ha ocurrido hacer un estudio para conocer dónde van los universitarios que aprueban aquí la Selectividad, para hacer un seguimiento y sacar ideas con las que poder trabajar para arraigar a los alumnos a su territorio, a su Universidad. Desgraciadamente parece un hecho probado que muchos de los alumnos que cursan sus estudios en otras universidades no regresan nunca a Jaén...

Otra cuestión en la que merece la pena detenerse es en los rankings que de vez en cuando publicita la UJA cuando estima que los resultados son favorables a la institución académica jiennense. Que conste que no ponemos en duda su buen funcionamiento, mejor que otras que en principio aparecen como más consideradas, pero la opinión pública debe conocer que hay una letra pequeña en el sentido de que la participación en determinados rankings es voluntaria, por tanto a veces los datos pueden ser engañosos. Muchas universidades no proporcionan información, al ser compleja, y por otro lado se mide el porcentaje de contratos con empresas de la comunidad, lo cual es discutible, porque una universidad que tenga un elevado porcentaje de contratos con otras regiones o países también estaría contribuyendo con su propia región. En fin, tal vez el objetivo que debería perseguir la UJA es compararse consigo misma en un tono de realismo, sabiendo el puesto que ocupa en contribución al desarrollo regional, y que funciona razonablemente bien como después veremos. Quiero decir, seguridad, firmeza, ambición, pero realismo y con los pies en la tierra.

Un hecho importante que ha estado ahora de actualidad es el de la creación, por fin, de la Fundación Universidad-Empresa, que ha tardado dos años en echar a rodar. En la fecha de su constitución ante notario, el pasado febrero, se hizo constar que el capital fundacional es de 69.000 euros, 25.000 de ellos aportados por la UJA y el resto por empresas a 1.000 euros cada una. Nos parece que, salvo que haya habido un crecimiento espectacular que no conocemos, el número de empresas es todavía poco significativo y también el capital, porque parece que no permite asumir grandes proyectos. Este asunto hay que mirarlo con particular interés si se quiere que de verdad funcione, porque hasta ahora son pocas las empresas que acuden a la Universidad de Jaén. Hay que romper inercias y buscar no solo objetivos sino sobre todo, resultados. ¿Están por la labor los empresarios de Jaén? Para mayor abundamiento el Plan de Apoyo a la Transferencia del Conocimiento, el Emprendimiento y la Empleabilidad, aprobado el pasado 7 de abril, en Consejo de Gobierno, no hace ninguna referencia a la propia Fundación Universidad-Empresa ni a su papel incentivador de dichas relaciones. De lo que no cabe la menor duda es de la utilidad que puede tener este instrumento que debiera ser, superando recelos, la joya de la corona.

La investigación en la UJA no se puede decir que goce de mala salud, pero hay una dificultad evidente, que es la atomización de los grupos de investigación (un mal común apuntado incluso en el Plan Andaluz de Investigación) que ahora se ha visto agravado con la creación de nuevas estructuras de investigación. El incremento ha sido de casi el 20% y se participa en 115 estructuras de investigación, cifra elevada teniendo en cuenta el número total de doctores que antes apuntábamos en el entorno de los 800. Añadamos la necesidad de más fondos, los que hay son manifiestamente escasos, asunto sobre el que los responsables no se pueden cruzar de brazos porque la investigación es uno de los grandes pilares y si falla lo hace también el sistema. Docencia y Transferencia necesitan asimismo de atención, como su hermana la tarea investigadora, es el trípode que sostiene la razón de ser de la institución académica.

MEDICINA HA MUERTO. Por lo que respecta al Campus de Linares, la impresión general es que ha habido mucho optimismo en los últimos años, pero no se han cubierto las expectativas. Uno de los problemas que hay en Linares, y en algunos casos también en Jaén, es el de titulaciones con una cantidad ínfima de alumnos matriculados, y se pone en entredicho el sentido de la rentabilidad del dinero público. Y en cuanto al comprometido Grado de Medicina, que se ofrecía a Jaén en el año 2010, en la reunión en la que Griñán, entonces presidente de la Junta, empeñó su palabra, los interlocutores responden con toda claridad que “ese proyecto estratégico ha muerto, incomprensiblemente es así”. El rector, no ha querido apuntarse a dar la noticia así de fría, y lo más que ha señalado en distintas ocasiones es que hay que esperar a que haya una situación oportuna. Es una manera de decirlo, no le agrada enterrar ese proyecto, que en su día despertó ilusión dentro y fuera del Campus. Otra decepción acarreada por la política.

Finalmente, ¿cuál es la relación de la Universidad de Jaén con la sociedad, en concreto con la ciudad de Jaén, que es donde está ubicada y se queda un importante contingente de alumnos? De entrada todo el mundo reconoce que la existencia de la Universidad es muy importante, pero hay quienes mantienen dudas sobre la calidad de los estudios, que consideran menor que en otros sitios. Se trata de un error, pero que tal vez no se está combatiendo con la necesaria contundencia. La impresión que sacamos tras hacer una batida por el Campus, es que la calidad docente es muy alta, mayor incluso que otras universidades más clásicas, en todo caso, como antes indicábamos, lo que puede variar es la actividad investigadora si en esos otros centros reciben más fondos para este cometido. Hay que luchar, comunidad universitaria y sociedad, juntos, contra un cierto complejo de universidad demasiado joven. Es curioso que mientras que en otras universidades se considera un elemento positivo la modernidad, las modélicas instalaciones como las que cuenta la UJA, etc., aquí a veces nos da la impresión de que se trata de un valor poco estimado, que posiblemente forme parte de la manera de ser de los jiennenses. Ya se sabe que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo y la solera también le llegará a nuestra institución. Solo hay una solución mientras tanto, apoyarla, exigirle retos y resultados para que responda a las necesidades de Jaén, es simplemente eso lo que necesitamos de ella.