Resetear la Educación

25 abr 2020 / 10:45 H.
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En una crisis sanitaria de esta magnitud que ha forzado el parón en seco de la Educación, hay que tomar medidas extraordinarias para el reinicio del funcionamiento del sistema educativo en su totalidad. Poner la maquinaria educativa en marcha no es una tarea fácil, pues no solo se trata de poner en funcionamiento la acepción reducida de la palabra “escuela”, sino también en sentido amplio. El sistema educativo español lo integran: las enseñanzas no universitarias: Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Secundaria (ESO, Bachillerato, Formación Profesional y Educación Permanente de Adultos); las enseñanzas universitarias (estudios de Grado, Máster y Doctorado); las enseñanzas artísticas (Música y Danza, Artes Plásticas y Diseño, Arte Dramático, Restauración y Conservación), deportivas y de idiomas. Centrándome en las llamadas “enseñanzas obligatorias” (Educación Primaria y la ESO —la Educación Infantil se incluye en este apartado—) me planteo cómo reorganizar el “currículo” de aquí al final de curso, partiendo de que el alumnado ha cursado dos trimestres casi con total normalidad. La cuestión es el “cómo” y el “cuándo” se da por concluido el curso escolar. Con este propósito hace unos
días se ha celebrado una Conferencia Sectorial de la Ministra de Educación con los consejeros del ramo de las distintas comunidades autónomas.

Es obvio que el “cómo” y el “cuándo” de la finalización del curso escolar son conceptos pedagógicos muy relacionados. Voy a argumentarlo. En las enseñanzas obligatorias hay una herramienta que se denomina “evaluación continua” (procedimiento permanente de evaluación del alumnado), por tanto, habría que descartar como solución la media aritmética de las dos evaluaciones realizadas. La evaluación final, en el caso de que no se reanudara el curso escolar, se basaría en toda la información valorativa recopilada desde el inicio del curso hasta la segunda evaluación. Si se reiniciara el curso escolar (finalizado o suavizado el estado de alarma) en junio, el profesorado seleccionaría la parte del currículo más significativa para ese reducido tercer trimestre. El trabajo telemático realizado por los alumnos desde casa y dirigido por los profesores hay que tenerlo en cuenta en esta tercera evaluación, pero es fundamental utilizar la equidad con el alumnado que carece de acceso a estas tecnologías, que normalmente suele coincidir con lo más vulnerables. El otro procedimiento consustancial con la evaluación del alumnado es la “promoción de curso”. Y ¿quiénes promocionarían ahora? Por supuesto, los que acaban el curso con evaluación positiva (se les permite hasta dos materias suspensas en la ESO), pero también deberían promocionar todos los alumnos que han recibido evaluación negativa, excepto una minoría que cada equipo docente considere necesaria su repetición. La titulación en la ESO se ajustaría a la normativa vigente.

A los excepcionalmente promocionados se les aplicaría en el siguiente curso escolar medidas de “atención a la diversidad” como son las “adaptaciones curriculares significativas”, el “refuerzo educativo” (máximo 4 alumnos por grupo) y “apoyos educativos especializados”, con el objetivo de recuperar los contenidos curriculares no adquiridos. Estas medidas llevan aparejadas la contratación de mucho más profesorado para hacer frente a la situación inédita que se plantea.

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