Replanteemos el sistema

    20 mar 2020 / 15:45 H.
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    Los habitantes de todos los países tienen unas necesidades básicas que satisfacer y son cautivos de su consumo. Cuando el grado de dependencia es total debemos preguntarnos si es conveniente que el servicio lo preste el sector público, el privado o los dos. En este último caso habrá que determinar el peso específico de cada uno y qué compromisos adquiere el sector privado en caso de extrema necesidad. Con la pandemia que estamos padeciendo hemos descubierto que cuando existe un problema extremo la sanidad privada queda prácticamente al margen y su aportación a la solución es imperceptible. Incurriendo casi todo el gasto en el sector publico. No se trata de culpabilizarlos, porque sus cuentas de resultados podrían quedar tan dañadas que significaría su desaparición. Pero sí poner remedio en el futuro. Si dejamos que un sector privado entre a dar servicio de un bien básico al ciudadano, debería tener un precio y este, entre otros, podía ser la creación de un fondo de contingencias que se nutriría de una pequeña cuota, proporcional, a cada facturación o un porcentaje de los beneficios. Este dinero estaría depositado para casos de extrema necesidad. Hoy nos vendría muy bien.

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