Relevo forzoso
El de la boina, despojado de su máxima insignia en el Centro Penitenciario de Jaén, sabe que no podrá lucirla más en el salón de plenos del Ayuntamiento de la capital. Terminó el capítulo de concejal en la historia de un jornalero que se dio de bruces con la prisión por ese más que dudoso estilo de defensa de los derechos de los trabajadores. Protagonista indiscutible de la actualidad nacional, ya no tiene objetivos que enfoquen su talante para la política. En la soledad más absoluta de un recluso, entre frías rejas y disciplina carcelaria, Andrés Bódalo Pastrana se tendrá que enfrentar a un relevo forzoso retrasado en el tiempo.
Sara Martínez Ballesteros está llamada a ser la sustituta. Ocupará el escaño del número tres de Jaén en Común en un pleno que no tardará en llegar. Lo que le pide la razón es esperar la resolución del Tribunal Supremo acerca de la condena de su compañero de filas. Sin embargo, sabe que no depende de una sentencia su entrada en el Ayuntamiento de la ciudad. Esta licenciada en Ciencias Ambientales y funcionaria de la Consejería de Medio Ambiente es consciente de que el alcalde, Javier Márquez, tiene la sartén por el mango. La pelota está en su tejado y, por imperativo, convocará pronto una sesión plenaria en la que aplicará la legalidad y dejará sin acta al edil encarcelado. No es plato de buen gusto elevar asuntos judiciales convertidos en cuestión de Estado a foros centrados en el debate ciudadano. Sin embargo, el escarpado camino está marcado y solo falta recorrerlo con pies de plomo para llegar al destino indemnes. El cese estaba convocado para el último pleno municipal. Fue una llamada telefónica “in extremis” del protagonista la que frenó las pretensiones del alcalde de cuanto antes, mejor. Para qué prolongar la agonía. Apaciguados los ánimos y apagadas las cámaras, más pronto que tarde se escribirá el final del tercer concejal de Jaén en Común. La agrupación política EQUO, integrada en esa agrupación de electores, será la que ocupe el sillón vacío en aras de la responsabilidad política. Por cierto, las críticas arrecian contra los números uno y dos, Manuel Montejo y María Dolores Nieto, respectivamente, por su escasa participación en los actos de apoyo al tercero en discordia. Hay quienes dicen que el respaldo no solo se mide con la colocación de carteles alusivos al poeta Miguel Hernández. Faltaron las palabras y sobró la puesta en escena cerca del escaño de la ausencia.
Lo de Andrés Bódalo no es nuevo en el Ayuntamiento de Jaén. Las hemerotecas, esas fuentes poderosas para el recuerdo y el refriego, evocan en estos tiempos de política revuelta lo que ocurrió en junio de 2000. Otro concejal ingresó en la cárcel. Francisco Javier Aguilera, de Izquierda Unida, pasó dos tandas de treinta y seis horas entre rejas. Una pintada contra la guerra de Yugoslavia en los muros del viejo Hospital Princesa, ahora llamado Neurotraumatológico, le costó estrenarse como recluso y pagar 18.000 pesetas de multa. La frase “Ni Solana ni Milosevic, paremos la guerra” supuso el deslucimiento de un bien inmueble que para nada pasó desapercibido. La diferencia con Andrés Bódalo es que Aguilera, considerado ahora uno de los impulsores de Jaén en Común, dejó su puesto como concejal, de manera voluntaria, dos meses antes de recibir la condena. El fondo y la forma del relevo fueron, en aquel entonces, diferentes.