Rejonazo a la izquierda

05 oct 2019 / 11:03 H.

AÍñigo Errejón se le considera un cráneo privilegiado, según el perfil conceptual del término aplicado a Max Estrella, aunque de Carlos Alonso Santillana, ariete cántabro del Real Madrid de los 70, se dijo que era la mejor cabeza que había dado Europa desde Churchill debido a su contundencia en los testarazos al balón que solían terminar en gol. El periodista Daniel Gascón ha escrito: “Una de las ventajas que tiene Íñigo Errejón es que todo el mundo piensa que es brillante. No importa lo que diga o haga: pensamos que es una observación o decisión inteligente. Es en buena medida un invento de la prensa”. Íñigo Errejón se presenta a las elecciones del 10 de noviembre al frente de Más País, aunque con seguridad le hubiese gustado denominar a esa formación “Más Errejón”, porque el ego desatado lo cultivaban antes los escritores —Francisco Umbral— y ahora se ha convertido en patrimonio de los políticos.

Errejón, o “Más Errejón”, es producto de Pablo Iglesias. En Madrid se ha estrenado una obra teatral, “Lo nunca visto”, que reflexiona sobre las decisiones que se adoptan en la vida. Dice un personaje: “No se puede volver atrás; adelante sí”. Pablo Iglesias afronta ahora las consecuencias de sus decisiones. Aquel pleno de investidura del 25 de julio. Y hay algo que ha desafinado tremendamente en Pablo Iglesias en su ámbito político y personal. Cambió su piso en Vallecas, donde Manuel Pablo era uno de los estandartes del barrio junto al Rayo Vallecano, por un lujoso chalet en Galapagar, y se dio a una paternidad que en estos tiempos puede parecer excesiva. Pablo Iglesias, en definitiva, se ha alejado en determinados gestos políticos de Marx, y se ha aproximado al ideal de don Laureano López Rodó.

Unidas Podemos, y la mayoría de sus confluencias, son un producto de los indignados que en la primavera de 2011 tomaron con tiendas de campaña la madrileña Puerta del Sol bajo la desesperación de una crisis económica brutal. Fue un movimiento espontáneo, no impulsado por una ideología sino por la angustia.

El 15- M tuvo música y palabras, pero no letra. Javier Gomá, filósofo, explica en relación a su libro ‘Dignidad’ (Galaxia Gutemberg, 2019): “Determinados escritores o filósofos dotan de nuevo significado a algunas palabras, la libertad, la igualdad, la fraternidad, y luego determinados grupos sociales, enamorados de estos nuevos significados, hacen la revolución, etcétera. Aquí ha ocurrido lo contrario. Se ha hecho la revolución porque todo el mundo sentía la dignidad aunque no fuera capaz de definirla, pero la definición de dignidad ha quedado pendiente, aunque sea una anomalía filosófica”. El 15-M tomó las calles, y a continuación, los parlamentos, pero carece de definición. Pablo Iglesias reflexionó sobre la transversalidad desde una televisión local de Vallecas e Íñigo Errejón ha escrito luminosas críticas de libros en “Babelia”. Pero quedó pendiente la definición de dignidad.

La exitosa irrupción de Podemos en los comicios europeos de 2015 provocó perplejidad y cierto pánico en el Wall Street español. La mayoría de aquellos jóvenes líderes adoptaron como referente a Maduro en lugar de elaborar un ideario filosófico y político. El resultado ha sido Errejón contra Pablo Iglesias. La ruptura de la izquierda/izquierda. Lo dijo recientemente Rocío Monasterio: “Errejón es el político más atractivo”. Terrible.