Regalar amor cuesta poco

    19 feb 2023 / 10:50 H.
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    Cada 14 de febrero me asalta la duda de si es conveniente celebrar este día o me estoy dejando llevar por el consumismo, pero rápidamente me doy cuenta de que la vida es tan corta que se me escapa entre los dedos como cuando intentas agarrar el aire como si fuera un ramo de rosas de niebla, un espejismo que solo tú contemplas. Caigo en la cuenta de que debo aprovechar cada instante que me quede de vida y olvidarme de lo que es o no correcto. Me descubro felicitando a las personas con las que el destino me ha conectado, algunos me miran contrariados, pero no me importa lo más mínimo porque ellos no saben ver el amor que los rodea. Las acciones más bonitas nacen desde el corazón y allí es donde vive el amor. Yo creo en el amor en todas sus variantes. Creo en la amistad, en un corazón grande y puro capaz de albergar los sentimientos más nobles. Veo amor en los bebés que comienzan a percibir el aire a través de su finísima piel, que escuchan el ruido del mundo por primera vez con esas orejitas diminutas. En los niños y niñas que aprenden sus primeras lecciones en el colegio, que siguen los consejos de los abuelos y abuelas porque son consejos sabios que les ayudarán a vivir como personas responsables en el futuro. Amor en los y las adolescentes que no siguen normas, que exploran un universo diferente al que conocían hasta ese instante. Que rompen moldes para construir unos nuevos que les sirvan a ellos y ellas, que tienen una montaña rusa de sentimientos en el estómago, que se enamoran y se desenamoran en milésimas de segundo.

    Amor en los hombres y mujeres jóvenes que se esfuerzan para alcanzar el futuro que sueñan. Se dan cuenta de que no será fácil y aun así siguen luchando para alcanzar sus sueños. Me parece increíble cómo son capaces de acudir a tantas batallas y sobrevivir. A enamorarse hasta el tuétano. A cicatrizar las heridas que el acto de vivir les produce y aun así no renuncian a seguir exponiéndose ante aquello que les ha herido. Eso se llama madurez, valentía y forma parte de este camino maravilloso que siempre merece la pena recorrer. Veo amor en los hombres y las mujeres maduras que se miran al espejo cada mañana antes de salir a trabajar y se sienten guapos y guapas porque lo son. A veces no encuentran la belleza en su reflejo porque no duermen bien, el estrés juega malas pasadas y la responsabilidad aprieta las vísceras. Amor en los que en ocasiones recorren su trayectoria y encuentran detalles que cambiarían, pero si les preguntas dicen que no, porque sus errores los han hecho quien son. En los que están en ese momento que necesitan parar y organizar su vida porque en ocasiones se pierde la ilusión como se pierde la llama en el interior de un vaso transparente y frágil abandonado sobre la encimera blanca de silestone.

    Amor en la tercera edad, que a veces pierde la ilusión y una especie de rutina pegajosa se adhiere a las paredes del piso. A veces los nietos y nietas son el aire fresco que baja del universo más profundo como si se hubieran colado por un agujero negro que se ha dejado la boca abierta. Admiro sus ganas de exprimir los días como naranjas dulces de zumo nada más comenzar el día. Me tranquiliza ver cómo pasan los días serenos y repletos de sosiego. Me conmueve su yo vulnerable. Me siento impotente cuando la enfermedad les clava los dientes.

    Ahora, es cuando te das cuenta de que sin nadie que te quiera te encuentras muy solo o muy sola. La soledad es mala compañía porque te agarra por la espalda y te sujeta del cuello hasta que te asfixia. Al principio no te das cuenta, pero con el paso del tiempo te cambia el semblante y en el hueco del cuerpo que tenías alegría quedó vacío y en pocos años se llenará de tristeza. Depende de ti que sepas mirar y no gires la cabeza. De ti depende que ese bebé, ese niño y niña, ese adolescente, ese o esa joven, ese hombre y mujer, esa persona mayor que tienes cerca; sientan el cariño que eres capaz de dar, aunque sea el 14 de febrero, no importa la fecha. Regalar amor muy poco te cuesta.

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