Reflexiones de verano

11 ago 2025 / 09:11 H.
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Hay noticias de considerable significado por cuanto tienen de desencuentro con quienes vivimos en la normalidad de este lugar del mundo llamado occidente, de creciente desequilibrio social. El planeta es extenso, ciertamente, si bien la metáfora de esta dimensión limita su tamaño cuanto trazamos el itinerario de nuestro propio viaje. Un nuevo modo de entendimiento, pero también un regreso a estados y búsquedas anteriores que, de alguna manera y no siempre grata, tienen que ver con ese concepto del retorno que habita en el pensamiento de Mircea Eliade. Se trata de un viaje, en ocasiones de retorno, desde un pensamiento nunca cancelado, cuyas propiedades de equilibrio se activan, tanto para el sosiego de nuestra mente, como para continuar conformando otros lugares de vida y lectura. Espacios de reflexión que se nos acercan en virtud de un clima que decide la aparente apacibilidad de nuestro día a día en un verano, éste, de doble filo y caras desiguales en el quebradizo clima occidental. De un lado, la inquietud ante la aventura que supone todo viaje interior. De otro, la contemplación de la desdicha de los más, cuya clase B desciende y sigue acumulando quiebras y desafectos en una sociedad regida por una ética que muestra su verdadera cara afirmándose en añosos códigos. Fiestas y bacanales que ya figuran en guiones de aquellas películas, nada inocentes por cierto, realizadas bajo el sello Metro Golden Mayer.

Con todo, territorios en los cuales se encuentran vías conectadas entre sí que, desde la gestión de sus productores, nos habilitan para comprender la cima de un poder empeñado en derribar cualquier propuesta de ética global que supere las quiebras alentadas desde el llamado mundo Wasp, perceptible en “La hoguera de las vanidades”. Novela del escritor y periodista Tom Wolfe que, entre otras cosas, ayuda a comprender obras de “arte” como “Tiburón en formol” y “Cráneo con diamantes”. Obras de Damien Hirst, vendidas en 30 y 100 millones de dólares respectivamente. Alimento distintivo de una estirpe con base en la bolsa de Nueva York que, de algún modo, está modelando la conducta occidental, cuyo interés ha pasado del becerro de oro a desear el oro del becerro.

Todo forma parte de un retorno que se sucede hasta ese día y momento del viaje en que hacemos por última vez ésta o la otra cosa. El titulo de este trabajo no es otro que un remedo de “La memoria veranea”. Libro de aquel diabólico y estupendo escritor y periodista César González Ruano, cuya jerarquía profesional hubo de reclamar desde el Ateneo de Madrid negando la grandeza de Don Miguel de Cervantes. Vuelta y revuelta de la personalidad de un dandi que se afirma desde sí mismo según un concepto de asimilación personal ya significado por Piaget.

Se trata de hallar en nudo gordiano que sostenga el equilibrio de una geometría personal a través de nuestras acciones ocultas que, vistas desde los extremos, nos acercan a ese lugar en el que todo es igual y, distinto, pero también incívico. Sucede con la amenazadora nube que podemos observar en algún cuadro de Gaspar David Friedrich y en las tormentas apresadas por Turner en sus inquietantes telas, sin embargo, ambos son diferentes en sus acabados impecables, pero también hijos del desasosiego que supone la desazón de todo tránsito.

Afirmaciones contempladas desde una misma realidad de esa concepción del retorno que deja pensar en dos escritores distintos, ambos periodistas y dandis: González Ruano y Tom Wolfe en diferentes salones y épocas. El primero en el Madrid de posguerra y en el París que, comenzaba a superar la ocupación nazi. La del segundo nos pone ante un pulso de riqueza personal: dos multimillonarios, Onassis y Niarchos ofrecen en Portugal dos fiestas a celebrar, cada una calculada en dos millones de dólares de la época, cuyo problema estuvo, al parecer, en los uniformes del personal de servicio. Efectivamente, quienes se ocuparon de la fiesta de Stauros Niarchos decidieron botonadura de plata, quienes de la fiesta de Aristóteles Onasis, doble botonadura de oro... Precisiones que pretenden delimitar el poder de éstos dos magnates de la época, cuya réplica, a manera de opulencia, ha regresado a la ciudad de Venecia, alquilada por tres millones de euros para celebrar la segunda boda de Jeff Bezos. Señor de “Amazon”, cuya estúpida barbaridad lo distingue de esta nueva grey surgida al calor de Silicon Valley. Espejo de una nueva élite dineraria, cuya máxima atracción reside en airear la enormidad de su fortuna. Espejo, no lo olvidemos, para quienes pretenden cambiar el ritmo de Occidente.

Las civilizaciones, parafraseando a Juan Valdano, suelen darse, todas lo han hecho, espacios para sacralizarse y reconocerse. “La Grecia clásica lo encontró en el teatro. La Roma, de los cesares en el coliseo y, de alguna manera, en la Edad Media fue la catedral gótica. El Parlamento en la Inglaterra de Cromwell... En fin, parecería que las actuales élites del dinero, tienen puesta la memoria en la Roma de los cesares, con sus bacanales incluida. Tal vez por esto, Bezos ha celebrado su boda en Venecia, a 530 kilómetros de Roma. Esto es, a mas de 2500 kilómetros de la Franja de Gaza, para que no se escuchase el mínimo gemido procedente del tremendo horror que viene padeciendo aquella más que sufrida población masacrada por orden de Netanyahu.

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