Reflexión sobre el 8M

    06 mar 2020 / 16:35 H.
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    La liberación de la mujer y el necesario cambio en nuestra sociedad requiere ser parte de un proyecto común de liberación y del establecimiento de una unidad de acción con otros movimientos. No se puede entrar en el juego de los modelos neoliberales y de competitividad y hay que acercarse hacia otros más solidarios y colectivos como los que se desarrollaron en el norte de Europa desde la segunda Guerra Mundial. Hablamos de unos países donde los derechos laborales, sociales y políticos para todos los ciudadanos son muy extensos. En ellos los distintos movimientos de liberación como el sindical, obrero, el feminista, ecologista... lograron establecer un frente común ante las fuerzas económicas y políticas que eran la causa de su explotación.

    La revolución feminista tiene que ir acompañada también del cambio en la manera de pensar de los que tienen en sus manos el diseño de las políticas públicas y en su sensibilidad hacia todas las formas de explotación, no solo la machista. Para el avance de nuestra sociedad y la eliminación de la explotación de género primero hay que reconocer que está muy determinada por la explotación de clase, y que una y otra están muy unidas. No es casualidad que en España las fuerzas más clasistas sean las más machistas y las que niegan incluso este último tipo de explotación. Los partidos políticos que más se oponen a la liberación de la mujer son aquellos que a la vez defienden los intereses de las élites económicas y financieras y que sostienen y apoyan su excesiva influencia en nuestras instituciones políticas y mediáticas. No es fruto del azar que Vox sea el partido más neoliberal de nuestro país y a la vez el más machista y que defienda y favorezca a esas élites impulsoras de ese pensamiento único neoliberal; y que tenga en la retaguardia y abriéndole las instituciones al PP y a Ciudadanos.

    Hay clases sociales entre las mujeres, burguesas, de la pequeña burguesía, de la clase media y de la clase trabajadora, y hay que reconocer que la gran mayoría son las que se incluyen en las clases medias de renta baja y en la clase trabajadora. Al machismo que oprime a esa gran mayoría de mujeres hay que sumarle el clasismo tan extendido en el sur de Europa y que también sufren los hombres de esas mismas clases, la realidad es que unos y otras comparten formas de explotación. Hablemos, por poner un ejemplo entre muchos, de la diferencia salarial. Es legítima y necesaria la lucha para corregir esa brecha entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo, pero solo se resolvería una pequeña parte del problema de los escasos ingresos de esas mujeres. Teniendo en cuenta lo expresado más arriba, a esa reivindicación hay que añadirle la lucha por la corrección en la escasa compensación salarial de hombres y mujeres, ya que vivimos en uno de los países de la UE donde los salarios son de los más bajos.

    Cuando uno se pregunta por qué las mujeres del norte de Europa tienen más derechos y más calidad de vida que en España, encuentra la respuesta en el contexto político. Frente a los países del sur de Europa herederos de dictaduras fascistas nos encontramos con unos países escandinavos que desde la Segunda Guerra Mundial han sido gobernados en ese periodo por partidos progresistas, predominantemente de izquierdas. Las coaliciones de partidos de izquierdas y progresistas desarrollaron unas políticas públicas sensibles a cualquier tipo de explotación, eso incluyó la explotación de género y, por supuesto, la de clase. Ese predominio de las izquierdas como el de las democracias del norte de Europa no se ha producido en los países del sur donde es imprescindible que los movimientos que luchan por la liberación de género articulen su estrategia con la de la liberación de clase, ya que la mayoría de las mujeres pertenecen a las clases populares. A nadie se le escapa que el feminismo socialista es diferente al feminismo neoliberal, es pues urgente que los partidos de ideología socialista faciliten la conexión entre las diferentes estrategias de liberación de esas clases, ya que esos partidos son quienes las representan.

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