¿Quo vadis?

    04 jun 2023 / 09:00 H.
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    Las piedras van al mar arrastradas por las aguas de la tormenta. Quedan algunas atrapadas como cantos rodados de los años setenta cuando había que elegir entre Angie o Francisco. Se van las piedras a hundirse en el mar al abrigo de la mentira y traición. “Antes de que cante el gallo tú me negaras tres veces: ¿yo Señor? No, no, no”. Pero lo hizo. La Piedra Mayor se escondió tras las piedras talladas de caras con cara de no haber perdido nada. Sin dar cuentas de porque su tormenta perdida había hundido en el mar a tantas piedras pequeñas y honestas. El abrazo de Saulo le llevó a una ciudad eterna de la que creyó ser el único dueño a cambio de que pusieran su nombre en la gran plaza de su pequeño estado. Rodeado de columnas y con obelisco central al más puro estilo americano. Petra no quiere irse al mar. Prefiere Bruselas. Y en su camino dejar los lechos de los ríos de España llenos de piedras perdidas. Irrecuperables. Desilusionadas. Ellas la subieron a la cumbre y la cumbre las hunde. La tormenta perfecta está por venir. La que hundirá la nave en la que navegaron muchas pequeñas piedras en la inocente creencia de estar al servicio de un objetivo noble y común. Nada personal. Todas remaban hacia el mismo lugar hasta que Saulo le abrazó. Y lo sabe. Por eso se esconde del granizo que caerá y destruirá las cosechas de ciento cuarenta años. ¿Quo vadis, Petrus?

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