¿Quién me ayudará?

17 feb 2017 / 11:39 H.

El famoso poema de Martin Niemöller, que se atribuye erróneamente a Berthold Friedrich Brecht, es más vigente que nunca en nuestra sociedad. Veamos cómo se puede parafrasear desde la perspectiva que ve las cosas un enfermero de un hospital público de Jaén.

—Cuando las primeras privatizaciones vinieron a llevarse por delante al personal de la limpieza, guardé silencio porque yo no era una mujer de limpieza.

—Cuando las privatizaciones limpiaron el forro al personal de mantenimiento, no protesté, porque no trabajaba en los talleres.

—Cuando se pusieron a privatizar el servicio de cocina, era algo que no me afectaba, porque no era personal de cocina.

—Cuando decidieron privatizar el servicio de hemodiálisis, no he movido un dedo, porque no era personal de hemodiálisis.

—Cuando cerraron parte de “El Neveral”, pensé que no era mala idea, al fin y al cabo sólo son cuidados paliativos y eso me pillaba muy lejos.

—Cuando dijeron que las consultas externas se pueden externalizar, como indica su nombre, me pareció un mal menor, y no hice nada.

—Cuando decidan vender el hospital, mi servicio y yo incluidos, no habrá nadie más que pueda protestar, todos estaremos engullidos por las privatizaciones.

Somos responsables de lo que hacemos, pero también somos responsables, y culpables, de lo que no hacemos y podíamos haber hecho.

Afortunadamente las mareas blancas de la sanidad madrileña derrotaron a la descarada ofensiva privatizadora del gobierno de Esperanza Aguirre. Por suerte las movilizaciones en Andalucía, con combinación de profesionales y plataformas ciudadanas, han frenado en seco las fusiones, recortes encubiertos, o en “diferido”, a los hospitales andaluces. Se han frenado de momento en Granada y Huelva. Esto no es una victoria, es una contención, porque los lobbies privatizadores están al acecho, esperando la mínima oportunidad para pegarle un buen bocado a nuestra sanidad pública. El negocio de la “enfermedad” es un sustancioso objetivo para las empresas farmacéuticas, aseguradoras privadas y empresas del entorno sanitario. No nos queda otra que estar más atentos a las posibles privatizaciones. No nos queda otro remedio que proteger nuestra sanidad provincial y local, nuestro servicio y nuestro centro de salud del deterioro que están propiciando, antesala de la sigilosa estrategia privatizadora.

Profesionales y ciudadanos, no nos queda otra que comprometernos en la defensa, con uñas y dientes, nuestra sanidad; que siga pública y de calidad; que siga siendo un derecho de todos y de todas, y no se convierta en un privilegio al alcance de unos pocos, recordándonos décadas atrás.