¿Quién ganará?

    09 jul 2024 / 09:18 H.
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    Durante los últimos tres años la economía española, igual que la europea y la mundial, se ha visto sometida a un fuerte proceso inflacionista, hasta el punto de que el Índice General de Precios experimentó un crecimiento anual del 3,1 por 100 en 2021, del 8,4 en 2022 y del 3,5 en 2023, en todos los casos muy por encima del objetivo de estabilidad del Banco Central Europeo, que lo sitúa en el 2 por 100. Como ya he explicado aquí en otras ocasiones, la inflación tiene ganadores, tales como son los deudores, puesto que devolverán sus créditos con una moneda devaluada. Por su parte, los perdedores serán los ahorradores y los acreedores, puesto que reintegrarán su dinero con un valor inferior.

    En este proceso inflacionista, el sector que ha salido peor parado ha sido el de la alimentación, ya que frente a una subida del índice general del 8,4 por 100 en 2022, el grupo de “Alimentos y bebidas no alcohólicas” vio crecer sus precios un 11,6 por 100. En 2023 se repitió el diferencial, puesto que los alimentos subieron en promedio un 11,8 por 100, frente a una inflación general del 3,5. Salvo honrosas excepciones, todos han visto disparados sus precios, particularmente las grasas vegetales y, entre ellas, el aceite de oliva, el azúcar, los cereales, lácteos, etcétera. No obstante, se puede constatar la caída del precio del aceite de girasol un 39,8 por 100 durante el año pasado o los plátanos de las afortunadas Islas Canarias (-34,8).

    En Economía, la alimentación se clasifica como “bien inferior”, lo que significa que son bienes cuya demanda disminuye relativamente al incrementarse la renta de las familias. En suma, que las personas con menores niveles de renta destinan una parte proporcionalmente mayor de sus ingresos a la adquisición de alimentos que los más ricos. Consecuentemente, el encarecimiento de los alimentos a quienes más perjudica es, sin ningún tipo de duda, a los sectores más desfavorecidos de la población. ¿Hay ganadores en este proceso? Este no es un “juego de suma cero”, que es aquel en que las ganancias acumuladas de todos los participantes se igualan a las pérdidas. Por el contrario, aquí todos perdemos, eso sí, unos más que otros e, incluso, se pueden encontrar ganadores. En el caso de la subida del precio de la alimentación quien ha sacado pingües beneficios ha sido la gran distribución.

    Según los datos que proporcionan las propias empresas de distribución, Carrefour cerró 2023 con una facturación récord en España de 11.821 millones de euros, lo que representa un incremento del 2,8 por 100 respecto al ejercicio anterior. Por su parte, Mercadona aumentó en 2023 sus ingresos consolidados un 15 por 100, hasta alcanzar los 35.527 millones de euros. Las ventas de Alcampo se incrementaron un 5,88 por 100 en 2023, logrando una facturación de 5.052 millones de euros. También el Corte Inglés —aunque aquí pesa más el capítulo del vestido— ha logrado en el último ejercicio sus mejores resultados desde la Gran Recesión, llegando a una facturación de 16.333 millones de euros, lo que supone un 5,4 por 100 más que en el anterior. Bueno, ya sabemos de algunos que han ganado con la espectacular subida del precio de los alimentos.

    Un punto y aparte requiere el aceite de oliva, cuyos precios en origen se han incrementado un 130 por 100 en los últimos dos años e, incluso, su encarecimiento ha sido del 199 por 100 entre enero de 2021 y mayo de 2024. No es el momento de analizar las causas de esta “inexplicable” subida de precios, sino de constatar la reducción del IVA del aceite de oliva desde el anterior tipo del 5 por 100 al 0 por 100 entre el 1 de julio y el 30 de septiembre y al 2 por 100 hasta el próximo 31 de diciembre. Lo que es más significativo es su inclusión en el grupo de bienes de primera necesidad —junto al pan, el queso o los huevos, ente otros—, lo que permitirá aplicarle el tipo superreducido del 4 por 100 a partir del 1 de enero de 2025, una vez levantadas las excepcionales reducciones actuales del IVA. Ahora bien, ¿Quienes ganarán con esta medida? Esperemos que sean los consumidores y que el sector consiga frenar la desviación del consumo hacia otras grasas, así como que no sea otra vez la distribución la ganadora.



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