Queridos muertos

    01 nov 2023 / 09:01 H.
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    Los presuntos mortales, se entiende, que aún vivos, sabemos que no necesitáis de excesivas florituras, ni de aspavientos ocasionales, pero, a pesar de todo, desde nuestra ingenuidad y ofuscamiento vital, perseveramos en nuestras parafernalias y demás abalorios de naturaleza efímera y mundana, para agasajaros, en tiempo y forma, quizás, en un intento estéril de resolver ese enigma insondable que a todos nos conmueve, quizás, para consolarnos entre vivientes de nuestra ignorancia y vuestra ausencia. La muerte es un “negocio” seguro para todos los seres humanos, la única evidencia incuestionable. Es uno de los nutrientes fundamentales de todas las religiones, creencias y ritos que condicionan la vida, querámoslo o no, y sobre la cual se levantan toda clase de cánones, ortodoxias, liturgias, mandamientos, preceptos e intereses, en aras de explicarla o interpretarla, puesto que sin su misterio, “todico el chamabao” se viene abajo. Es un fertilizante presente, una fuente de inspiración en todas las artes. No seré yo el que grite el funesto ¡viva la muerte!, pero atiendo a las pompas fúnebres como lo que son, pompas sin más. Y sin embargo, cuánto os echamos de menos, queridos muertos.

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