Queremos anarquía

    08 abr 2021 / 09:54 H.
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    Sigo el hilo de mi anterior columna del 11 de marzo. Jugar con fuego es afición o de utópicos e intelectuales o de cucos que esperan sacar provecho del caos reinante. Nada nuevo. Sin embargo expongo algunos considerandos. Cuando las estructuras de una sociedad se deterioran por tensiones egoístas e irresistibles, cuando un Estado ve sus instituciones de toda clase arruinadas, por el trabajo mal realizado en las mismas, es cuando la sociedad se empieza a plantear la utilidad y necesidad de estas. No hay más que mirar a nuestro alrededor: los políticos en general causan desconfianza total, los gobiernos regionales o central vistos más como inútiles, nidos de vividores e ineficaces ante la necesidad de gobernanza ciudadana; las magistraturas diversas poco más que aparatos burocráticos manejados por intereses ajenos, la Corona en entredicho total pese a los esfuerzos por sacarse brillo. Ante este caos evidente, avivado por la pandemia, no es raro que el anarquismo se contemple como apetecible, como solución. Pero no olvidemos que es mera utopía y las utopías se pagan caras.

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