¡Que vuelvan los íberos!

04 feb 2017 / 11:19 H.

Hubo una época en la que Jaén no fue periferia de nada, sino centro de todo”.

Manuel Molinos, director del Instituto de Arqueología Ibera


Con la frustración aún en el cuerpo de que Isabel Pantoja no fuera más allá de su famoso pollo, no relatara nada de su estancia en el hotel barrote y mucho menos de un imposible y siempre interesante amor carcelario, nos tuvimos que conformar con su cante pactado y con orquesta. Cada vez sobran más las preguntas, siempre inoportunas, y no hace falta ser Trump para evitarlas, quitar el turno al periodista o, directamente, ofrecer la versión enlatada, correcta, modélica e incompleta.

El otro día, un psicólogo y profesor universitario, encantado de escucharse, le mandó las preguntas y las respuestas a Andreu Buenafuente para la “entrevista” de promoción de su libro de autoayuda. Antes de recibir su ración de humildad, y para justificarse o arreglarlo, comentaba ufano que estaba acostumbrado a que los periodistas no le preguntaran cosas interesantes; se entiende preguntas que le resulten del gusto al pájaro en cuestión.

Es “rara avis”, incluso, que los políticos se entreguen a pecho descubierto a las preguntas. Eligen menú, se vuelven vegetarianos de pronto y dejan de probar ciertos bocados de actualidad. Depende de si hay una posición clara del partido, si interesa... El famoso “hoy no toca”. Lo dicen con algo más de gracejo y profesionalidad, eso sí, que el agrio Luis Enrique, pero, en el fondo se/nos dejan en evidencia. Mal que les pese tenemos nuestro papel. La cuestión de delegar, o hacer dejación de funciones es peligrosa para la sociedad, bien lo saben en USA. Empezaron dejando la predicción del tiempo a la marmota Phil, allí en la fría y lejana Pensilvania, y, al final, hicieron presidente a un feo Bertín Osborne. Aquí, de momento, a la Pava de Cazalilla no se le dan más atribuciones que las propias de su primera acepción, es decir, picotear en el corral, poner huevos si procede y vivir honestamente de su trabajo.

Ni tan siquiera George Orwell, que acertó de lleno con su Gran Hermano, hubiera podido imaginar que los animales volaran tan alto. A lo sumo, en su “Rebelión en la granja”, dictó que el exceso de poder acaba degenerando en tiranía, sea esta de la pava, la marmota o el bípedo de pelo imposible. Como la naturaleza siempre da lecciones, y el que suscribe fue adicto a la sintonía de “El hombre y la Tierra”, pongamos un ejemplo gráfico y científico: Un grupo de chimpancés, hastiados del macho alfa que les dominó de mala manera durante años y que volvía al grupo después de un tiempo, lo mataron a mandobles y, en lo que es un exceso hasta en el reino animal, canibalizaron su cadáver. Lección mortal.

Sin cambiar de asunto. “La mierda para mí, en el partido tiene que quedar poco”. El yayo del nacionalismo catalán, Jordi Pujol, ahora como escarabajo pelotero de la antigua Convergencia i Unió, dictó una clase magistral a pequeños saltamontes del partido que conocemos a través de una grabación publicada por “La Vanguardia”. No cabe duda de que sabe gestionarla, incluso repartirla equitativamente entre sus vástagos. En lo que no parece evolucionar como especie es que el abono se quede en su tierra, digamos que se volatiza como mierda apátrida.

De vuelta al suelo que pisamos, los pocos jiennenses que estamos por aquí —a tenor de los índices de población— deseamos con devoción romera que abra cuanto antes nuestro Museo de Arte Ibero, allí, aunque sea con taparrabos, nos veremos como una civilización pata negra. Disfrutaremos y nos daremos codazos cuando veamos los restos de nuestra metrópoli, con sus construcciones, sus espacios para el esparcimiento, su ardor guerrero... Y es que, a veces, cualquier tiempo pasado seguro que fue mejor.