¡Que vienen los talibanes!

De alguna forma, el ejército “más poderoso del mundo” se ha bajado los pantalones ante los talibanes, unos seres que tratan a la mujer como al palo de una escoba. El mundo no se puede quedar quieto ante la barbarie que se avecina en esta tierra del pistacho que la China comunista está deseando tener para potenciar aún más su industrialización. Lo de los talibanes no es un cuento, sino una verdad que nos va a producir padecimientos si el mundo occidental no sabe cortar de raíz esta amenaza que vemos ya en la raya del horizonte. Ese régimen, compuesto de numerosas tribus y dispuesto a cortar cabezas o lapidar sin miramientos. Es mucho lo que se juega el mundo civilizado. Esta pandilla de los señores mamarrachos de la guerra están dispuestos a todo, en tanto tengan en sus manos unas armas vendidas por Occidente. El talibanismo es una nueva versión del fanatismo, tan aplaudido por unas mentes huecas y que también se extrapola a España, si nos atenemos a ciertos brotes de Cataluña. Ser de España no es una deshonra, sino un privilegio del cual disfruto cada día que amanezco a la vida.