¿Qué tal estás?

Y antes de responder pienso que hoy la báscula me llamó gorda. Que el champú no me da para otra ronda y que la gordura se debe a una merienda de chocolate con churros. Tengo un grano en el cuello que no paro de tocarme. Tengo una mancha de café en el pantalón. Recuerdo la frase del sobre de azúcar: “Mil máquinas jamás podrán hacer una flor”. Tengo que terminar esto y aquello y lo otro en el trabajo. Me estoy leyendo un libro de relatos que creo que ya me he leído y aún sigo sin acordarme del nombre del autor. Tengo que tirar la basura pero están haciendo obras en la calle y no sé donde han escondido los contenedores para reciclar. Tengo pechugas de pavo en el frigorífico a punto de caducar. Tengo la ropa tendida. Tengo que revisar la rueda de atrás de la bicicleta. Estoy esperando de la librería el pedido de un cuaderno. Así que no me puede pasar nada extraordinario porque solo tengo cinco hojas en blanco esperando a que me pase algo extraordinario. Me quiero comprar un piso pero son extremadamente caros. Me da vértigo elegir un sitio, una hipoteca y una ciudad. ¿Qué me has preguntado? ¡Ah sí! ¿Qué tal estoy? ¡Bien! ¡Bien! ¿Y tú?