¿Qué pasaría si...?

Esta pregunta es una técnica que se suele utilizar para generar ideas creativas. Ya saben, para remediar lo del famoso folio en blanco que aterra al escritor. Y en las fechas que estamos, próximas al Día de los Santos, se me ocurre preguntarme ¿qué pasaría si pudiéramos tener un encuentro con nuestros difuntos al menos por un instante? En mi vida ya faltan demasiadas personas queridas: familiares y amigos que se han marchado. Algunas muertes, como las de mis padres, eran previsibles, ley de vida que se suele decir; otras, inesperadas y dolorosas por la juventud de los que emprendieron el viaje. A mi madre le diría que la quiero, que siempre la quise, a pesar de que nunca estuvimos de acuerdo en casi nada, que echo de menos sus regañinas y sus lamentos, que ahora sé que me quiso con toda su alma. A mi padre, ese niño que cuidé en sus últimos años, solo le daría un beso, que era lo que a él le gustaba, y jugaríamos un ratito a las cartas. A mi hermana le pediría que me hiciera uno de sus guisos, y que me mostrara otra vez la sonrisa de sus ojos azules. A mi sobrina, a ella no le pediría nada, le dejaría pasar todo el tiempo con su niño, ese hijo que nunca verá crecer. Podría seguir, pero prefiero que sean ustedes los que terminen de escribir este artículo con sus propias historias.