¿Qué hemos aprendido?

Algo ha tenido que pasar para que en este tiempo de reclusión no hayamos aprendido nada, o muy poco. Si en esa enorme cantidad de horas, de días, hubiésemos dedicado tiempo a la meditación, a buscar en nuestro interior, a conocernos a nosotros mismos, posiblemente hubiésemos conseguido algún beneficio personal, como aumento de la capacidad de calmarnos, disminución del estrés y la ansiedad, desarrollado la capacidad de atención o de percepción y de la memoria. Al contrario, hemos sufrido un exceso de estímulos externos, llámense abusos de las redes sociales cargados de bulos, desinformación o mentiras interesadas y el resultado final será salir peor de como entramos, a la vista está. Habrá que intentar ver el vaso medio lleno y me quedo con que al menos hayamos aprendido a vivir en familia y disfrutar el ahora, a diferenciar la verdad de la mentira, a respetar al planeta que estamos destrozando, a encaminar nuestra conducta diaria a la sostenibilidad, a discriminar a los vividores del cuento de las profesiones realmente necesarias y a las que hay que apoyar y potenciar, a valorar a nuestro sector primario, tan importante en esta tierra y sobre todo habremos aprendido el valor de los abrazos y que juntos con solidaridad y responsabilidad ganaremos el futuro.