¡Qué hartazgo!

La verdad es que el pueblo está más que harto de la forma en que marcha la política de nuestro país. No hace falta ser adivino para comprobar que bastantes de nuestros políticos y sus líderes, salvo honrosas excepciones, lo único que saben es hablar sin escuchar al interlocutor y sin buscar el bien común del pueblo soberano al que deben servir, subiéndose el sueldo en cuanto lo ven oportuno y queriendo alcanzar su propio sillón por encima de todo. Nos han montando un circo nacional permanente, usurpando el espacio informativo de temas tan importantes para la ciudadanía como el paro; sacar leyes anticorrupción que nadie se las salte; la sanidad; la educación; la investigación; el cambio climático; el separatismo; el medio ambiente que se nos deteriora irremisiblemente. Cuándo se van a enterar de que están ahí para resolver los problemas más acuciantes de la ciudadanía y no para crearlos y erigirse en principales protagonistas del lugar o evento en el que se encuentren. Lo que quiere el pueblo es que se escuchen y se entiendan entre ellos; y que pacten, como en otras partes de Europa, buscando siempre el bien común y no el particular o el del partido al que representan.